Durante la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro por la Solemnidad de Pentecostés y posteriormente en el último Regina Caeli del año, el Papa Benedicto XVI exhortó a los fieles a vivir la paz de Dios mediante el recurso a los Sacramentos, para luego transmitirla al mundo necesitado de paz.

Durante la homilía de la Misa que presidió en la Basílica, el Pontífice recordó que “en esta fiesta del Espíritu y de la Iglesia queremos dar gracias a Dios por haberle dado a su pueblo, elegido y formado en medio de todas las gentes, el bien inestimable de la paz, ¡de su paz!

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“mismo tiempo –agregó-, renovamos la toma de conciencia de la responsabilidad conectada a este don: la responsabilidad de la Iglesia de ser constitutivamente signo e instrumento de la paz de Dios para todos los pueblos”.

Al respecto, el Pontífice recordó que “he tratado de hacerme transmisor de este mensaje acercándome recientemente a la sede  de la ONU para dirigir mi palabra a los representantes de los pueblos”; pero advirtió que “no es solo en estos eventos en ‘las cumbres’ en los que se debe pensar. La Iglesia realiza su servicio a la paz de Cristo sobre todo en la presencia y acción cotidianas en medio de los hombres, con la predicación del Evangelio y con los signos de amor y de misericordia que la acompañan”.

Benedicto XVI subrayó que “entre estos signos, cabe subrayar “principalmente el Sacramento de la Reconciliación, que Cristo resucitado instituye en el mismo momento en que entrega a sus discípulos el don de su paz  y de su Espíritu”.

“¡Cuán importante y lamentablemente no suficientemente comprendido es el don de la Reconciliación, que pacifica los corazones! La paz de Cristo se difunde solo a través de corazones renovados de hombres y mujeres reconciliados y convertidos en servidores de la justicia, dispuestos a difundir en el mundo la paz con la sola fuerza de la verdad, sin caer en compromisos con la mentalidad del mundo, porque el mundo no puede dar la paz de Cristo: es así como la Iglesia puede ser fermento de aquella reconciliación que viene de Dios. Puede serlo sólo si permanece dócil al Espíritu y da testimonio del Evangelio, sólo si lleva la Cruz cómo y con Jesús. ¡Precisamente esto es lo que testimonian los santos y santas de todo tiempo!”

Poco después, al concluir la Misa, presidiendo el último Regina Caeli de este tiempo, el Santo Padre recordó que “el Espíritu consagra la persona y la hace al mismo tiempo miembro vivo del Cuerpo místico de Cristo, partícipe de la misión de testimoniar su amor. Y esto se realiza mediante los Sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación”.

Benedicto XVI recordó que la renovación en estos sacramentos forma parte de su Mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Juventud 2008; y señaló que “hoy quisiera extender la invitación a todos: redescubramos, queridos hermanos y hermanas, la belleza de ser bautizados en el Espíritu Santo; retomemos la conciencia de nuestro Bautismo y de nuestra Confirmación, fuentes de gracia siempre actual”.