La noruega Janne Haaland Matlary, participante del Congreso sobre la Humanae Vitae que se realizó en la Pontificia Universidad Lateranense, advirtió sobre el relativismo, el subjetivismo y la opción por lo "políticamente correcto" que impera en occidente y que admite e impone pseudos derechos humanos.
En su conferencia titulada "Derechos humanos impuestos pero no respetados", Matlary explicó que ejemplo de esta situación es que "en Noruega, el 11 de junio de 2008, el Parlamento adoptará una nueva ley sobre el matrimonio de 'género neutral', apoyado por una gran mayoría en la opinión pública y en el mismo parlamento".
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Tras indicar que esta "ley incluye el derecho a adoptar niños nacidos de parejas homosexuales mediante técnicas de inseminación", la experta noruega reveló que una vez aprobada la ley, "los niños nacidos de parejas del mismo sexo podrán ser adoptados por el 'padre' no biológico de la misma pareja".
"En el debate público que ha precedido esta ley la paternidad biológica ha sido considerada como no influyente, como cualquier cosa que no tiene relación con la paternidad 'real', ahora concebida como la posibilidad de hacerse cargo de un niño", dijo.
"Es evidente que ninguna noción sobre la naturaleza humana, incluso sus aspectos biológicos, es considerada constante y cierta. El hecho que un niño tenga derecho a los propios padres biológicos y a ser educado por ellos no está tomado en cuenta. Además padre y madre no son considerados para hacerse cargo de un niño porque el sexo se ha convertido en una cuestión social y no biológica", prosiguió.
Para Matlary, "el grado de relativismo es tan elevado que no existen más Grundwerte ("valores fundamentales") desde el punto de vista antropológico. Hoy, en la política europea, parece imposible discutir sobre qué cosa es un ser humano" y además "no existe una base clara de los derechos humanos, sino una intensa lucha sobre su interpretación y con frecuencia una gran discrepancia entre lo que un estado proclama en las conferencias internacionales oficiales y su política interna".
Tras denunciar como imperan el relativismo e incluso el nihilismo, la experta señaló que "tal subjetivismo mina la democracia y prepara el terreno al totalitarismo: si no hay algún modelo que determine lo que es justo, todo puede devenir justo".
Seguidamente explica que la "aversión al concepto de verdad" está ligada íntimamente a lo "políticamente correcto" que es el "concepto más potente que nuestras democracias occidentales poseen y que es del todo inmaterial. El poder de lo políticamente correcto es percibido por la mayoría de personas: se percibe cualquier cosa que era una falta y de pronto ya no lo es más".
"Pensar en poder descubrir una verdad objetivamente válida es ciertamente la posición menos 'políticamente correcta' posible", destacó.
"Con esta premisa los derechos humanos no pueden existir porque no pueden ser definidos. La paradoja de la moderna democracia es ésta: profesamos e imponemos derechos humanos en todo el mundo, pero refutamos definir su sustancias en nuestros países", alertó Matlary.