Tras el rezo del Regina Coeli, el Papa Benedicto XVI se dirigió a los miembros de la Acción Católica Italiana presentes en la Plaza de San Pedro y les recordó, y con ello a todos los católicos, que la adhesión plena a la palabra de Dios y el amor incondicional a la Iglesia son pilares fundamentales en el camino hacia la santidad.
Ante los miles de miembros de esta institución que celebran el 140º aniversario de su fundación y que participaron en una Eucaristía presidida por el Cardenal Angelo Bagnasco, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el Santo Padre recordó a los distintos santos y beatos de la Acción Católica, que constituyen su "verdadera carta de identidad".
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"¿No es posible, todavía hoy, para ustedes jóvenes y adultos, hacer de vuestras vidas un testimonio de comunión con el Señor, que se transforma en una auténtica obra maestra de santidad? ¿No es acaso éste el fin de vuestra Asociación? Esto será ciertamente posible si la Acción Católica sigue manteniéndose fiel a las profundas raíces propias de fe, nutridas por una adhesión plena a la Palabra de Dios, de un amor incondicional a la Iglesia, de una participación atenta en la vida civil y un constante esfuerzo formativo", explicó el Pontífice.
"¡Queridos amigos, respondan generosamente a esta llamada a la santidad, siguiendo las formas de vuestra condición laical! Sigan dejándose inspirar por las tres grandes consignas que mi predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II les ha confiado en Lornto en 2004: contemplación, comunión y misión", alentó Benedicto XVI.
"Los aliento por tanto –prosiguió el Papa– a continuar con generosidad vuestro servicio a la Iglesia" y los alentó a "vivir siempre a la altura de vuestro Bautismo".
"En una Iglesia llamada a pruebas también muy exigentes de fidelidad y tentada por la adaptación, sean testimonio valiente y profetas de radicalidad evangélica; en una Iglesia que cotidianamente se confronta con la mentalidad relativista, hedonista y consumista, sepan alargar los espacios de racionalidad en el signo de una fe amiga de la inteligencia, ya sea en el ámbito de una cultura popular y difundida; o ya sea en una búsqueda más elaborada y pensada; en una Iglesia que llama al heroísmo de la santidad, respondan sin temor, siempre confiando en la misericordia de Dios".
Tras invitar a dejarse iluminar y guiar por el testimonio de los santos, el Santo Padre finalizó su discurso alentando a intensificar "la oración. Remodulen vuestra conducta sobre los valores eternos del Evangelio, dejándose guiar por la Virgen María, Madre de la Iglesia. El Papa los acompaña con un constante recuerdo al Señor, mientras de corazón os imparte la Bendición Apostólica".