El Papa Benedicto XVI subrayó que la Virgen María es "el lugar de anclaje para la propia existencia", quien muestra siempre el camino hacia Jesús, durante el rezo del Regina Coeli este mediodía (hora local) en la Plaza de San Pedro.
Ante miles de peregrinos, el Santo Padre explicó que ante la pregunta sobre lo que necesita el hombre de todos los tiempos como "lugar de anclaje para la propia existencia", aparece el "sentido estupendo de la presencia de María en medio de nosotros".
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"Volviendo la mirada hacia Ella, como los primeros discípulos, somos inmediatamente reenviados a la realidad de Jesús: la Madre nos indica al Hijo, que ya no está más físicamente entre nosotros, pero que nos espera en la casa del Padre", precisó el Pontífice.
Tras recordar que hoy se celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor, y que los discípulos vivieron esta experiencia reunidos en torno a la Madre de Jesús, Benedicto XVI afirmó que "en este primer domingo de mayo, mes mariano, revivimos esta experiencia también nosotros, sintiendo más intensamente la presencia espiritual de María".
"En sus discursos de despedida a los discípulos, Jesús ha insistido mucho en su 'retorno al Padre', coronación de toda su misión: Él ha venido al mundo para relacionar el hombre a Dios, no en el plano ideal –como un filósofo o un maestro de sabiduría– sino realmente cual pastor que quiere reconducir a las ovejas al redil. Este éxodo hacia la patria celeste, que Jesús ha vivido en primera persona, lo ha afrontado totalmente por nosotros".
"Y por nosotros ha descendido del Cielo y por nosotros ha ascendido, luego de haberse hecho en todo similar a los hombres, humillado hasta la muerte de cruz, y después de haber tocado el abismo de la máxima lejanía de Dios. Por esto el Padre se ha complacido en Él y lo ha 'exaltado', restituyéndole la plenitud de su gloria, pero ahora con nuestra humanidad", continuó el Papa.
"Dios en el hombre – el hombre en Dios: ésta es una verdad no teórica sino real. Por ello la esperanza cristiana, fundada en Cristo, no es una ilusión sino, como dice la Carta a los Hebreos, 'en ella tenemos como un ancla de nuestra vida', un ancla que penetra en el Cielo en donde Cristo nos ha precedido", agregó.
"Jesús nos invita a no quedarnos mirando lo alto, sino a estar siempre unidos en la oración, para invocar el don del Espíritu Santo. Solo a quien 'renace de lo alto', es decir del Espíritu de Dios, se le abre el ingreso al Reino de los Cielos; y la primera 'renacida de lo alto' es la Virgen María. A ella por tanto nos dirigimos en la plenitud de la alegría pascual", concluyó.