El Papa Benedicto XVI dedicó la Audiencia General de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, a hacer un completo recuento de su reciente estadía en Estados Unidos, su visita a Washington DC, Nueva York y la sede de la Organización de las Naciones Unidas, y recordó que su objetivo fue "anunciar a todos el mensaje de "Cristo nuestra esperanza", lema del viaje.
Tras recordar que el motivo de su visita era el bicentenario de la elevación a arquidiócesis metropolitana de la primera diócesis del país, Baltimore, y de la fundación de las sedes de Nueva York, Boston, Filadefia y Louisville, el Santo Padre recordó día a día los eventos y mensajes centrales de su viaje.
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Benedicto XVI señaló que durante el encuentro en la Casa Blanca con el Presidente George Bush, rindió homenaje "a aquel gran país, que desde los inicios se ha edificado sobre la base de una feliz conjugación entre principios religiosos, éticos y políticos, y sigue siendo un válido ejemplo de sana laicidad, donde la dimensión religiosa, en la diversidad de sus expresiones, no solo es tolerada, sino valorada como 'alma' de la nación y garantía fundamental de los derechos y de los deberes del ser humano".
Señaló que en su encuentro con los obispos, los "sostuve en su difícil tarea de sembrar el Evangelio en una sociedad marcada por muchas contradicciones, que amenazan la coherencia de los católicos y del mismo clero. Les animé a elevar su voz sobre las cuestiones morales y sociales actuales y a formar a los fieles laicos para que sean buena 'levadura' en la comunidad civil, a partir de la célula fundamental que es la familia. En este sentido, les exhorté a volver a proponer el sacramento del Matrimonio como don y compromiso indisoluble entre un hombre y una mujer, ámbito natural de acogida y de educación de los hijos".
El Papa señaló que "la Iglesia, la familia y la escuela, deben cooperar para ofrecer a los jóvenes una sólida educación moral. Pensando en el doloroso acontecimiento de los abusos sexuales a menores cometidos por ministros ordenados, quise expresar a los obispos mi cercanía, animándoles en el compromiso de curar las heridas y de reforzar las relaciones con sus sacerdotes".
Al presidir una Misa en el "Nationals Park Stadium" de Washington, "invoqué al Espíritu" para que la Iglesia en Estados Unidos "afronte los retos presentes y futuros con valentía y esperanza". El Santo Padre también dijo que a los representantes de otras religiones, "en aquella que se puede considerar la patria de la libertad religiosa, les recordé que se debe defender siempre con un esfuerzo conjunto, para evitar toda forma de discriminación y prejuicio. E hice hincapié en la gran responsabilidad de los representantes religiosos, tanto al enseñar el respeto y la no violencia, como al mantener vivas las preguntas más profundas de la conciencia humana".
Sobre su visita a la sede de la ONU, el Papa señaló que en el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, "la Providencia me dio la oportunidad de confirmar el valor de esta declaración, recordando su fundamento universal, es decir, la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios para cooperar en el mundo a su gran designio de vida y de paz".
Benedicto XVI recordó que en la Catedral de Saint Patrick celebró Misa para los sacerdotes y consagrados. "Nunca olvidaré -aseguró- con cuánto afecto me felicitaron por el tercer aniversario de mi elección a la sede de Pedro. Fue un momento conmovedor, en el que experimenté de modo sensible todo el apoyo de la Iglesia por mi ministerio. Lo mismo puedo decir del encuentro con los jóvenes y los seminaristas".
El Papa también se refirió a su visita al "Ground Zero", donde encendió una vela y rezó "por todas las víctimas de la terrible tragedia" del 11 de septiembre de 2001, y terminó recordando que su visita a Estados Unidos culminó con la celebración eucarística en el Yankee Stadium de Nueva York, que fue "una fiesta de fe y fraternidad. A aquella Iglesia, que ahora afronta los desafíos del presente, tuve la alegría de anunciar nuevamente a 'Cristo como nuestra esperanza', ayer, hoy y siempre".
Antes de la audiencia, el Papa bendijo una estatua de San Juan Leonardi (1541-1609), fundador de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, que se colocó en un nicho en la parte exterior de la Basílica Vaticana. El 8 de agosto de 2006, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en virtud de las facultades concedidas por Benedicto XVI, lo proclamó santo patrono de todos los farmacéuticos.