El Episcopado chileno recordó que el "la persona humana es el fundamento y fin de la comunidad política" y por eso se debe "trabajar por el reconocimiento y el respeto de su dignidad, mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre" para "construir el bien común".
En un mensaje al finalizar su 95º Asamblea Plenaria, los prelados alertaron del "progresivo deterioro de nuestra convivencia y los preocupantes signos de violencia en el hogar, los colegios y en la ciudad en general".
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Ante esto, resaltaron que la comunidad política contribuye en la construcción del bien común "cuando actúa a favor de la creación de un ambiente en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes".
Por eso es lamentable "el nivel de descalificaciones personales y agresión verbal que hemos oído a algunos actores políticos en las últimas semanas" pues "no se corresponde con la responsabilidad que la ciudadanía les ha confiado", indicaron.
Hay que "superar la ‘crispación’ de la política y la violencia verbal, recuperando para la política su finalidad propia que es el bien común, en un clima de amistad cívica, resulta fundamental por el escenario electoral que se avecina", señalaron.
En otra parte del documento, los prelado aseguraron que ante "la pasión que ha despertado el anuncio del fallo del Tribunal Constitucional" sobre la distribución de la píldora del día después, los "creyentes y no creyentes concuerdan en que la vida es un bien que nos ha sido dada y que la debemos cuidar" y por eso nadie tiene la potestad de "dar muerte a una vida humana inocente".
En el punto final del mensaje, los Prelado hicieron un llamado a las autoridades y dirigentes a hacer todo lo posible para "resolver aquellas graves dificultades que enfrentan los sectores más pobres del país", y que continúan sin solución como una lista de asuntos ‘pendientes’".
"Son grandes los desafíos que el Señor nos ofrece a todas las personas de buena voluntad que tenemos la dicha de vivir en esta tierra". "Quienes compartimos la fe en Cristo nos cabe una crucial responsabilidad, pues de la adhesión a su Evangelio y de la vida nueva que brota del encuentro con el Señor surgirá la fuerza interior que será capaz de renovar las estructuras y transformar nuestra convivencia", concluyeron.