El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, aseguró que "las propuestas mundanas o inmanentes" no sacian el hambre de Dios, sino que "nos colman a medias y nos dejan a mitad de camino en el seguimiento de Jesucristo".
En la Misa de apertura de la 95º Asamblea Plenaria del Episcopado argentino, el Purpurado recordó que el Espíritu "nos empuja a buscar más allá de los logros y satisfacciones inmanentes", a "tender a ese encuentro que nos descoloca y nos unge con la fuerza de Dios, ese encuentro al que no podemos controlar en la experiencia del estupor y la alegría".
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Sin embargo, en el peregrinar diario se presentan "tentaciones contra la libertad y el gozo del encuentro con el Señor" como el reduccionismo, o el "querer domesticar al Señor con alternativas clausuradas en el límite de lo que Jesús llama ‘el alimento perecedero’ como lo pretendió Pedro o el mismo Satanás en el desierto", aseveró.
"También puede darse la tentación de idolatría en la pretensión de reducir el ministerio a mera gestión", y de la superficialidad que ofrece "el refugio ‘prêt à porter’ (reproducción en serie) de teologías o espiritualidades gnósticas que despojan al Señor de su soberanía y satisfacen solo a medias y por un tiempo", señaló el Cardenal Bergoglio.
En medio de esta tensión que cada uno experimenta, "la Iglesia hoy nos propone el ejemplo de Esteban, su opción por el alimento de la vida eterna, su opción por la obra de Dios", opción por Cristo hasta el martirio. Él "no vivió para sí ni murió para sí, sino para el Señor", subrayó.
Asimismo, el Purpurado pidió dejar "plantar la bandera de la fe en nuestra vida de todos los días, adoremos en esta misa a Jesucristo y dispongamos nuestro corazón sacerdotal al servicio del prójimo".
"No tomen como modelo a este mundo", transfórmense "interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que agrada, lo perfecto’", finalizó el Purpurado.