El ex Ministro de Justicia de Hamburgo (Alemania), Roger Kusch, presentó hace unos días una "máquina suicida" para que los enfermos terminales en este país puedan terminar con sus vidas cuando así lo deseen.
Según informa la cadena alemana Deutsche Welle (DW), el pasado 28 de marzo Kusch presentó su "invento" ante los periodistas, a quienes explicó que "la máquina está lista para su uso" de modo tal que los enfermos terminales en Alemania no tengan que viajar a Suiza en donde el suicidio asistido sí es legal, explica DW.
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"Es el mejor método para los que tienen deseos de muerte", dijo luego a CNN.
El aparato consta de una máquina intravenosa convencional. Se alimenta de dos jeringas, una de las cuales se llena con un anestésico mientras que la otra contiene una dosis letal de cloruro de potasio. Con este aparato, lo único que tendría que hacer el médico es colocar una aguja en la vena del paciente, procedimiento que no iría contra ninguna norma legal en Alemania; y éste último sería quien presionaría un botón colocado al alcance de sus manos para inyectarse el mencionado veneno.
Kusch explicó que el procedimiento de muerte duraría cuatro minutos.
El Obispo Auxiliar de Hamburgo, Mons. Hans-Jochen Jaschke, comentó a la agencia KNA que este aparato es un "instrumento de tortura" y un "juego macabro con la muerte, encubierto con palabras nobles de compasión y apañado por artimañas legales cuestionables".
De otro lado, el Vicepresidente de la Asociación Médica Alemana, Frank Ulrich, advirtió en declaraciones a la agencia DPA que "no necesitamos una máquina asesina, sino cuidado de enfermos terminales y medicinas paliativas que alivien a la gente del dolor y el temor al final de sus vidas".
"Esto atenta contra del espíritu de nuestra ética, el espíritu de nuestra tradición ética, el espíritu de la imagen cristiana sobre ser humano y contra el espíritu de nuestra ley", dijo el director de la iglesia luterana alemana, Wolfgang Huber.