El Papa Benedicto XVI recibió esta mañana a los participantes del 26 Capítulo General de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y los alentó a colocar al Señor Jesús al centro de sus vidas, pues de allí nace "la aspiración a parecerse a Él, asumiendo sus sentimientos y su forma de vida, el abandono confiado en el Padre, la dedicación a la misión evangelizadora, que deben caracterizar a todo salesiano".
"Toda la congregación debe aspirar a ser continuamente memoria viva del modo de ser y actuar de Jesús como Verbo encarnado frente al Padre y a los hermanos". "¡Que sea Jesús el centro de vuestra vida!", exhortó el Santo Padre.
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Seguidamente el Pontífice recordó que este capítulo tiene lugar "en un período de grandes cambios sociales económicos y políticos", pero también "de comunicaciones más intensas entre los pueblos" y de "un confronto vivaz sobre los valores espirituales que dan sentido a la existencia".
En este contexto, el Papa destacó en particular que "los llamamientos que nos dirigen los jóvenes, sobre todo sus preguntas sobre los problemas de fondo, se refieren al intenso deseo de vida plena, de amor auténtico y de libertad constructiva que nutren. Son situaciones que interpelan a fondo a la Iglesia y a su capacidad de anunciar el Evangelio de Cristo con toda su carga de esperanza".
En opinión del Papa, es necesario buscar "reavivar la pasión apostólica en cada salesiano y en toda la congregación. Así se perfilará mejor la figura del salesiano para que sea cada vez más consciente de su identidad de persona consagrada por la gloria de Dios" y de "su empuje pastoral para la salvación de las almas".
"Don Bosco quiso que la continuidad de su carisma en la Iglesia lo garantizase la elección de la vida consagrada. También hoy el movimiento salesiano puede crecer en fidelidad carismática solamente si en su interior hay un núcleo fuerte y vital de personas consagradas".
Benedicto XVI se refirió luego al "proceso de secularización que avanza en la cultura moderna" y que "no ahorra, desgraciadamente, ni siquiera a las comunidades de vida consagrada" Por eso, "es necesario vigilar sobre las formas y estilos de vida que pueden debilitar el testimonio evangélico, hacer ineficaz la acción pastoral y frágil la respuesta vocacional".
También pidió a los participantes en el capítulo que ayudasen a sus compañeros a "custodiar y reavivar la fidelidad a la llamada". "Que la Palabra de Dios y la Liturgia sean los manantiales de la espiritualidad salesiana. En particular, la 'lectio divina', practicada diariamente por todo salesiano y la Eucaristía, celebrada cada día en la comunidad, sean alimento y fuerza", alentó.
El Papa exhortó a los salesianos a "formar laicos con corazón apostólico, invitando a todos a caminar en la santidad de vida que hace madurar discípulos valientes y auténticos apóstoles".
Emergencia educativa
Refiriéndose a la carta enviada a los fieles de la diócesis de Roma sobre la "gran emergencia educativa", el Santo Padre subrayó que "el aspecto más grave es el sentido de desaliento de muchos educadores, en particular, de los padres y profesores, frente a las dificultades que presenta actualmente su tarea".
En este contexto, Benedicto XVI afirmó que "en la raíz de la crisis de la educación se encuentra una crisis de confianza en la vida, que en el fondo no es sino desconfianza en aquel Dios que nos ha llamado a la vida".
"En la educación de los jóvenes es extremamente importante que la familia sea un sujeto activo", recordó Benedicto XVI. Tras subrayar que "muchas veces es incapaz de ofrecer su aportación específica o está ausente", el Papa señaló que "la predilección y el compromiso por los jóvenes, que caracteriza al carisma de don Bosco, se deben traducir en un mismo compromiso por la formación de las familias. Cuidar a las familias no es restar fuerzas al trabajo de los jóvenes, sino hacerlo más duradero y más eficaz".
Por eso, les alentó a "profundizar en las formas de este compromiso", que "beneficiará a la educación y evangelización de los jóvenes".
El Pontífice concluyó destacando la necesidad de una "sólida formación" para todos los miembros de la congregación, "sin conformarse con la mediocridad, superando las dificultades de la fragilidad vocacional, favoreciendo un sólido acompañamiento espiritual y garantizando en la formación permanente la calidad educativa y pastoral".