Hace cuatro meses Julio González sorprendió a todo el país cuando regresó a las canchas para jugar un partido de fútbol profesional con un brazo amputado. Hoy asegura que superó todos los obstáculos gracias a su fe en Dios.
En diciembre del año 2005, González tenía 24 años, militaba en el fútbol italiano y había sido convocado a la selección paraguaya para jugar el Mundial de Alemania 2006. Sin embargo, mientras conducía hacia el aeropuerto de Venecia para viajar a Asunción por las fiestas navideñas, sufrió un grave accidente y los médicos no pudieron salvar su brazo izquierdo.
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"Dios me regaló el fútbol, una familia, hijos sanos, me regaló poder ir Italia, el fútbol más importante de Europa, jugar en mi selección y en todos esos momentos yo nunca le pregunté por qué. Estando en el hospital me dije a mí mismo: ¿Por qué ahora le tengo que preguntar a Dios por qué? Debía aceptar las cosas que me estaban pasando y tomar todo en el aspecto más positivo", aseguró en una entrevista publicada por el diario El Comercio de Perú.
"El accidente me cambió la mente. Ahora amo la vida más que nunca, comprendí que no vale la pena luchar por cosas materiales, como antes lo hacía. Me importan mis hijos, la salud, las cosas simples y esenciales", sostiene.
Hace un año, González no podía mover el brazo amputado "sin embargo, me operaron y voy mejorando. Ahora me manejo solo, me visto, me alimento solo, conduzco mi vehículo".
El 16 de noviembre pasado retornó oficialmente a las canchas con el equipo Tacuary de la primera división del fútbol paraguayo en un partido contra el Olimpia.
El recibimiento fue memorable. "Todos los hinchas de pie aplaudiendo, algo maravilloso, que no se ve todos los días. Soy de llorar. Lloré cuando estaba en el túnel, cuando salí a la cancha Hasta hoy día no tengo palabras para describir esa emoción", indicó.