El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, señaló que la Vigilia Pascual es la noche del encuentro con el Señor Jesús pues "en medio de las penumbras, nuestras miradas se centraban en el Cirio Pascual" que representa a Cristo y esta "realidad de un encuentro hoy" es "esperanza del gran encuentro final".
En la celebración de la Vigilia Pascual, el Purpurado indicó que "el ansia hacia Dios sembrada en nuestro corazón humano" y "el ansia del corazón de Dios, su amor desmesurado por nosotros" se encuentran "ante este cirio pascual, figura de Cristo Resucitado que resuelve en sí las búsquedas y las ansias, los deseos y los amores".
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"Esta es la noche del encuentro... del ‘Encuentro’ con mayúscula", aseguró el Cardenal Bergoglio y puso como ejemplo el encuentro de Cristo resucitado con las mujeres, en el que "nadie está quieto, todos están en movimiento, en camino", pues tras "la invitación: Él irá a Galilea, que todos vayan a Galilea" ellas "con esa mezcla de temor y de alegría -es decir, con el corazón en movimiento- se alejan rápidamente y corren a dar la noticia".
El encuentro con Jesús que se da en este movimiento, "nos remansa, nos fortalece la identidad y nos reenvía; nos vuelve a poner en camino para que, de encuentro en encuentro, lleguemos al encuentro definitivo", acotó.
"Esto nos hace bien porque diariamente respiramos desencuentros; nos hemos acostumbrado a vivir en la cultura del desencuentro, en la que nuestras pasiones, nuestras desorientaciones, enemistades y conflictos nos enfrentan, nos deshermanan, nos aíslan, nos cristalizan en ese individualismo estéril que se nos propone como camino de vida todos los días", aseveró el Arzobispo de Buenos Aires.
Tras afirmar que las mujeres que van al sepulcro eran "víctimas de un doloroso desencuentro: le habían quitado a su Señor", el Purpurado recordó que "así nos quiere la propuesta cultural del paganismo actual en el mundo y en nuestra ciudad: solos, quietos, al final de un camino de ilusión que se transforma en sepulcro, muertos en nuestra frustración y egoísmo estériles".
Ante esto, necesitamos que "la fuerza de Dios nos conmueva, que haya un gran temblor de tierra, que un Ángel haga rodar la piedra en nuestro corazón, esa piedra que impide el camino", que nos sacudan el alma, que nos digan que la idolatría del quietismo culturoso y posesivo no da vida", señaló el Cardenal Bergoglio.