Al celebrar esta mañana en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano una misa de sufragio por el Arzobispo caldeos de Mosul, Irak, Mons. Paulos Faraj Rahho, el Papa Benedicto XVI lo recordó como un hombre de paz y diálogo y expresó su esperanza en que su ejemplo sostenga a los iraquíes de buena voluntad.
El Papa manifestó su cercanía a los miembros de "la amada Iglesia que en Irak sufre, cree y reza confiando que sepan encontrar en la fe la fuerza para no descorazonarse en la difícil situación por la que atraviesan". El Arzobispo fue secuestrado en un violento incidente el 29 de febrero pasado y su cadáver fue encontrado el 13 de marzo.
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El Santo Padre recordó en su homilía el contexto litúrgico de la Semana Santa, que revive las últimas horas de Jesús y donde "es neto el contraste entre la verdad y la mentira, entre la mansedumbre y rectitud de Cristo y la violencia y el engaño de sus enemigos", y cómo el Señor sintió "acercarse la muerte violenta mientras se estrechaba a su alrededor la trama de sus perseguidores, la angustia y el miedo hasta la hora crucial del Huerto de los Olivos". Pero Cristo vivió todo esto "inmerso en la comunión con el Padre y confortado por la unción del Espíritu Santo".
Citando después el Evangelio de hoy que narra la unción de Cristo en Betania, el Papa enumeró las "unciones" del arzobispo Rahho durante su vida, desde la del Bautismo y la Confirmación, hasta las de la ordenación sacerdotal y episcopal, y subrayó también "las tantas "unciones" de afecto filial y de amistad espiritual que los fieles reservaban a su persona y que lo han acompañado en las terribles horas del secuestro y de la dolorosa prisión, a la que quizá llegó ya herido, hasta las horas de la agonía y la muerte. Hasta la indigna sepultura, donde se encontraron sus restos mortales".
"Pero esas unciones sacramentales y espirituales -subrayó el pontífice- eran prendas de resurrección, prendas de la vida verdadera y plena que Jesús vino a darnos".
Benedicto XVI se refirió también a la lectura del profeta Isaías centrada en la figura del Siervo del Señor que traerá, proclamará y establecerá el derecho "con una insistencia sobre este término que no puede pasar inobservada". El Siervo, "frente a una condena injusta, atestigua la verdad permaneciendo fiel a la ley del amor".
"Siguiendo ese camino, el arzobispo Rahho tomó su cruz en pos del Señor Jesús y contribuyó así a llevar el derecho a su martirizado país y al mundo entero, dando testimonio de la verdad. Fue un hombre de paz y de diálogo, con una predilección particular por los pobres y las personas discapacitadas.¡Que su ejemplo sostenga a todos los iraquíes de buena voluntad, cristianos y musulmanes, para que construyan una convivencia pacífica fundada sobre la fraternidad y el respeto recíproco!".
"En estos días, en profunda unión con la comunidad caldea en Irak y en el extranjero, hemos llorado su muerte y el modo inhumano en que ha acabado su vida terrenal. Pero hoy en esta Eucaristía queremos dar gracias a Dios por todo lo que ha cumplido a través de él. También esperamos que desde el Cielo interceda para que los fieles de esta tierra, sometida a pruebas tan duras, tengan valor para seguir trabajando por un futuro mejor".