Al recibir a los obispos de la Conferencia Episcopal de Haití al final de su visita "ad limina", el Papa Benedicto XVI pidió a Dios "que dé a todos los haitianos, sobre todo a quienes tienen una responsabilidad social, el coraje de promover el cambio y la reconciliación, para que todos los habitantes del país tengan condiciones dignas de vida".
El Papa recordó que el país ha vivido "momentos dolorosos que la Iglesia sigue con atención: divisiones, injusticias, miseria, desempleo, elementos que son fuente de inquietud profunda para el pueblo".
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"No puedo olvidar a los que se ven obligados a ir al país vecino para satisfacer sus necesidades", agregó y pidió a la comunidad internacional que "prosiga e intensifique su ayuda al pueblo haitiano, para que pueda cada vez más tomar las riendas de su futuro y su desarrollo".
El Pontífice señaló que los obispos están preocupados por la "situación inestable de la estructura familiar debido a la crisis que atraviesa el país, pero también a la evolución de las costumbres y a la pérdida progresiva del sentido del matrimonio y de la familia, cuando se ponen sobre el mismo plano otras formas de unión".
Tras recordar que "la sociedad y la Iglesia se desarrollan en gran parte partiendo de la familia", el Santo Padre indicó que la atención de los prelados a este aspecto de la vida pastoral es "fundamental porque se trata del lugar primordial para la educación de los jóvenes".
"Os animo pues a sostener a los esposos y a los jóvenes hogares mediante una formación adecuada, enseñándoles también el respeto por la vida", agregó.
Asimismo, exhortó a los obispos a ocuparse de la formación permanente de los sacerdotes "y a mantener con ellos relaciones fraternales", para "ayudarles a ejercer un ministerio fecundo, invitándolos también a abstenerse de compromisos políticos" y a "fundar su apostolado sobre su relación con Cristo y sobre el misterio eucarístico, que nos recuerda que Él se entregó por la salvación del mundo".
"Las escuelas católicas, a pesar de sus escasos medios, desempeñan un papel importante en Haití y son apreciadas por las autoridades y la población. A través de la enseñanza, madura la personalidad, al igual que por el reconocimiento de los valores esenciales y la práctica de las virtudes. También así se transmite una concepción del ser humano y de la sociedad", afirmó.
Finalmente, elogió la labor de los religiosos, religiosas y voluntarios que trabajan "con los más pobres y los desheredados de la sociedad, mostrando que, al luchar contra la pobreza, se lucha también contra los numerosos problemas sociales que dependen de ella".