Durante la Misa celebrada el viernes en el Monasterio de Santa Teresa de las Carmelitas descalzas en La Habana, el Cardenal Tarcisio Bertone pidió a las religiosas ayudar a la reconciliación de Cuba con sus oraciones, porque "los cubanos necesitan a Dios".
En la homilía de la Celebración Eucarística a la que asistieron también las religiosas Dominicas de La Habana, el Secretario de Estado señaló que la Iglesia espera de las religiosas de vida contemplativa "una existencia transfigurada por la profesión de los consejos evangélicos, que crean comunión tanto en la comunidad, como en la Iglesia y en el mundo".
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"Efectivamente, la Iglesia y el mundo esperan su entrañable acompañamiento, con su oración incesante, en los grandes y pequeños acontecimientos, tanto de la Iglesia universal como de la sociedad concreta en la que viven. A sus rezos se encomiendan especialmente las actividades evangelizadoras y de apostolado, y cuantos están encargados de llevarlas a cabo", agregó.
El Cardenal Bertone señaló también a las religiosas que "sus renuncias y sacrificios deben transformarse también en ofrenda agradable al Señor, que sostenga especialmente a los numerosos pastores, sacerdotes y religiosos, así como a tantos laicos que, desde la inquebrantable fidelidad a Cristo y a su Iglesia, acompañan con su entrega generosa a los hermanos en todas sus vicisitudes, defendiendo los derechos inalienables de la persona y la dignidad que le es propia como ser creado a imagen de Dios".
Así, las invitó a colaborar, "desde lo recóndito del claustro, en la construcción de una auténtica sociedad, muchas veces herida y desarmada de valores, privada de identidad, invertebrada, escasa de fe y lejana de Dios. Les exhorto vivamente a ser artífices, de este modo a veces incomprendido, de una nueva humanidad. Les aliento a vivir santamente su vocación, para ser ejemplo, modelo e inspiración para todos los cubanos, ayudándolos en todo momento a dar vigor a su profundo espíritu religioso, a la vez que los acompañan en sus aspiraciones, alegrías y sufrimientos".
Refiriéndose a las autoridades políticas cubanas, el Purpurado pidió también a las religiosas orar "sin cesar para que el Señor ilumine las conciencias de los que tienen en sus manos la responsabilidad de proporcionar una vida digna a los ciudadanos, de instaurar la paz y la justicia, promoviendo la solidaridad en favor especialmente de los más necesitados. Pidan ardientemente para que se favorezca el desarrollo de los valores humanos, éticos y religiosos, cuya ausencia afecta particularmente a los jóvenes".
"Y nunca se olviden de las familias, para que sigan siendo depositarias de un rico patrimonio de virtudes cristianas y transmisoras de la fe y de los grandes valores que manan del Evangelio", agregó.
El Secretario de estado pidió luego a las religiosas que "recen por sus propias comunidades contemplativas y por las vocaciones, para que se acreciente en Cuba el inestimable testimonio de una entrega total al Señor en la vida recogida de los Monasterios que siguen las huellas profundas del carisma carmelitano y dominico".
Finalmente señaló: "Acompáñenme con sus plegarias. Sigo confiando mi ministerio a sus oraciones. Gracias por su presencia en esta tierra, caracterizada por una historia tan singular. Cuba las necesita porque los cubanos, como todos los hombres, necesitan a Dios".