Al recibir este jueves al nuevo Embajador de Serbia ante la Santa Sede, Vladeta Jankoviƒ, el Papa Benedicto XVI pidió a la nación convertirse en un agente de paz, reconciliación y diálogo religioso en la explosiva región de los Balcanes.
Serbia ha rechazado enérgicamente la reciente decisión de Kosovo, una provincia del país de mayoría musulmana, de optar por la independencia, anunciada el pasado domingo. Aunque la mayoría de las naciones de la Unión Europea han reconocido a la nueva república, el Vaticano aún no se ha pronunciado al respecto.
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En su discurso, el Papa afirmó que la Santa Sede "valora mucho los lazos diplomáticos con Serbia y quiere alentar los continuos esfuerzos para construir un futuro de paz, prosperidad y reconciliación, así como la coexistencia pacífica en toda la región, mientras Serbia y las naciones vecinas quieren ocupar el lugar que les corresponde en Europa".
"Pocos países en el continente europeo evitaron los estragos de guerra en el siglo pasado -dijo el Santo Padre-, y todos pueden aprender las lecciones del pasado reciente. Mientras trabajáis por un futuro más seguro, es vital recordar que la identidad y la rica tradición cultural de vuestra nación, como la todas las naciones europeas, está profundamente arraigada en la herencia de fe cristiana y del Evangelio del amor".
"Si vivimos de acuerdo con los valores de nuestras raíces cristianas -observó Benedicto XVI- descubrimos el valor para perdonar y para aceptar el perdón, para reconciliarnos con nuestros vecinos y construir juntos una civilización de amor donde todos son aceptados y respetados. Sé muy bien cuánto ha sufrido el pueblo serbio durante los últimos conflictos y deseo expresar mi sentido interés por él y por las naciones balcánicas afectadas por los tristes acontecimientos de la pasada década".
"La Santa Sede -agregó -comparte con vosotros el ferviente deseo de que la paz aporte a la región una estabilidad duradera. En particular, por lo que se refiere a la actual crisis en Kosovo, pido a todas las partes interesadas que actúen con prudencia y moderación, y busquen soluciones que favorezcan el respeto mutuo y la reconciliación".
El Santo Padre habló a continuación de la situación geográfica de Serbia, en la línea divisoria entre el cristianismo oriental y occidental, que le brinda "una oportunidad única de promover el diálogo ecuménico, mientras su familiaridad con el Islam, tanto por su encuentro con el Imperio otomano como por la presencia de muchos musulmanes en la región, abre ricas posibilidades al progreso del diálogo interreligioso. Ambos procesos son importantísimos para alcanzar el entendimiento y el respeto entre los pueblos y las naciones del mundo moderno".
"Rezo para que crezca esta apertura a los valores religiosos en la sociedad, para que el debate público se nutra de los principios de la fe", concluyó.