El Arzobispo de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, señaló que la Cuaresma debe ser un tiempo para morir a "esos caprichos, a esa comodidad, a esa flojera y a esos ataques desordenados de las pasiones".
"Tenemos en el propio cuerpo ese principio de corrupción, de inclinación al pecado; y por lo tanto, hay motivos para que tengamos temor a nuestras debilidades", aseguró el Purpurado en una Misa dominical.
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Asimismo, el Cardenal Cipriani indicó que "la vida humana es el camino obligado para ir a la vida eterna; por lo tanto, no es mala, pero tiene dificultades y momentos difíciles en el que tenemos que renovar nuestra confianza en el Señor".
"La realidad de nuestra vida es el camino para ir a la vida eterna, dependiendo como lo recorramos; pero lo que no podemos hacer es evitarlo y salirnos del camino, encerrándonos y fabricándonos una moral personal, repitiendo a los demás ‘que no le hacemos mal a nadie’. Por eso, la materia prima para esa santidad es nuestro carácter, nuestro trabajo, los amigos, esos momentos de enfermedad y de oscuridad", aseveró.
En otro momento, el Arzobispo de Lima recordó que el Señor nos dice "no temas, aquí estoy", "yo he vencido al mundo" y agregó que esa "derrota del mal pasa por el sufrimiento, la tribulación, el arrepentimiento, el dolor y la penitencia".
"Solos no podemos vencer, sino estando con Cristo, y para esto es necesario la oración, la confesión, el rezo del rosario y conocernos cada día más", acotó.
Finalmente el Purpurado señaló que para alcanzar la santidad es necesario ante todo la aceptación de nuestra vida tal como es, "luchando para vivir más cerca de Jesús, poniendo en práctica la Palabra de Dios, en la oración y en la frecuencia de los Sacramentos" sin dejarnos "abatir por nuestros pecados, desánimos y dificultades".