En un paso hacia una mayor autonomía religiosa, el Sínodo general de la iglesia anglicana de Inglaterra decidió prescindir de la tradicional aprobación del Primer Ministro inglés para el nombramiento de obispos de esta denominación nacida de la separación propiciada por Enrique VIII en 1534.
Siguiendo la tradición establecida por Enrique VIII cuando decidió separar la iglesia de Inglaterra de la Iglesia católica, el sínodo de obispos anglicanos presentaban al Rey dos candidatos, de ente las cuales la corona decidía al elegido para ocupar una sede episcopal.
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Cuando Inglaterra se convirtió en monarquía constitucional, la responsabilidad de seleccionar a los obispos de entre la dupla presentada por la "Crown Nominations Commission", recayó sobre el Primer Ministro.
Durante el Sínodo que concluyó la semana pasada, los obispos anglicanos de Inglaterra discutieron si debía primar un modelo de iglesia más desligado del régimen político, o si esta vinculación debía mantenerse para preservar la identidad de "iglesia de Inglaterra" como completamente distinta de la Iglesia católica romana.
En el debate terminó primando la convicción de la necesidad de recuperar autonomía del estado para asegurar una dimensión espiritual más clara.