Mientras el Papa Benedicto XVI y los miembros de la Curia romana se encuentran de Ejercicios Espirituales por la Cuaresma, confiados al Cardenal Albert Vanhoye, el diario L' Osservatore Romano publicó un artículo explicando el origen de esta práctica en el Vaticano.
Según el artículo, los Ejercicios Espirituales tienen su antecedente en las tradicionales prédicas de Adviento y Cuaresma que solía realizar el Predicador de la Casa Pontificia, un cargo que por tradición recae en un fraile franciscano capuchino –actualmente, el P. Raniero Cantalamessa-.
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Sin embargo, fue el Papa Pío XI quien comenzó la práctica de los Ejercicios espirituales.
En efecto, pocos meses después de su elección como Pontífice, el 25 de julio de 1922, el Pío XI proclamó a San Ignacio de Loyola patrono de los Ejercicios espirituales; y el 20 de diciembre de 1929, día de su jubileo sacerdotal, publicó una Encíclica sobre los Ejercicios Espirituales, la Mens Nostra, en la que informaba su decisión de realizar en el Vaticano un curso anual de Ejercicios.
Según L'Osservatore Romano, "desde 1929, salvo poquísimas interrupciones, los Ejercicios espirituales han tenido lugar cada año en la primera semana de Adviento. Fue con Pablo VI que se trasladaron a la primera semana de Cuaresma".
Los Ejercicios se suspendieron en 1950, porque el Papa Pío XII no quiso interrumpir las celebraciones del Año Santo; luego en 1962, cuando el Beato Papa Juan XXIII prefirió realizar un retiro personal; también en 1963, por la decisión del Papa Pablo VI de no interrumpir la segunda Sesión del Concilio Vaticano II; que lo llevaría precisamente a desplazar el retiro del Adviento a la Cuaresma siguiente.
"El predicador de los Ejercicios espirituales es recibido en audiencia privada por el Papa al principio y al final del mismo, y las prédicas generalmente no superan la media hora", señala L' Osservatore.
Al respecto, el diario revela una anécdota: en uno de los Ejercicios, un predicador jesuita se extendió más de lo previsto, suscitando una amable llamada de atención del Papa Pío XII, que no sólo pidió poner fin a la prédica, sino que le indicó que la brevedad era importante para no comprometer la eficacia del discurso, en conformidad con las mismas recomendaciones de San Ignacio.
La sede de los Ejercicios es siempre la capilla ubicada en el segundo piso del Palacio Apostólico. Hasta 1988 la capilla se llamaba "Matilde", pero con ocasión del Año Mariano 1987-1988, fue rebautizada por el Papa Juan Pablo II con el nombre de "Redemptoris Mater" (Madre del Redentor).
Entre 1997 y 1999 los ejercicios se realizaron en la Sala Clementina mientras se restauraba la Capilla. Desde 1999, los Ejercicios han retornado a la misma capilla.
L'Osservatore describe que en la capilla Redemptoris Mater, "a la altura del altar, al lado derecho, se encuentra el pequeño oratorio di san Lorenzo, accesible al Papa a través de la sala de su apartamento. Desde este oratorio, cuya puerta permanece abierta, el Papa asiste a las prédicas sin ser visto por los participantes, por motivo de discreción recíproca y de simplificación del ceremonial".
Solo al final de los Ejercicios, después de la última meditación, el Pontífice ingresa a la capilla y dirige la palabra a los presentes.