Al recibir esta mañana en el Vaticano a los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica al final de su visita "ad Limina", el Papa Benedicto XVI destacó la necesidad de revitalizar las profundas raíces católicas de esta nación.
"Tenéis ante vosotros la tarea de buscar nuevas maneras de anunciar a Cristo en medio de una situación de rápidas y a menudo profundas transformaciones, acentuando el carácter misionero de toda actividad pastoral", dijo el Pontífice, en el primer encuentro que sostiene con el Episcopado costarricense.
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"También el pueblo costarricense necesita revitalizar constantemente sus antiguas y profundas raíces cristianas, su vigorosa religiosidad popular o su entrañable piedad mariana, para que den frutos de una vida digna de los discípulos de Jesús", agregó.
El Papa habló después de los numerosos sacerdotes de Costa Rica, "que son los principales colaboradores del obispo en su ministerio pastoral", y por eso necesitan "orientaciones y criterios claros, una formación constante y apoyo en el ejercicio de su ministerio".
El Papa destacó también "los riesgos de una vida de fe lánguida y superficial cuando se enfrenta a señuelos como el proselitismo de las sectas y grupos pseudorreligiosos, la multitud de promesas de un bienestar fácil e inmediato... o la difusión de ideologías que, proclamando ensalzar al ser humano, en realidad lo banalizan".
"En una situación como ésta –agregó–, cobra un inestimable valor el anuncio de la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones y que es Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando".
"Un testimonio vivo de esta esperanza corresponde de manera muy especial a los religiosos, religiosas y personas consagradas, que por su propia vocación están llamados ante todo a ser signo del 'misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia'", dijo también el Pontífice.
Hablando de los laicos, el Santo Padre subrayó que también "les corresponde participar en esta misión según su vocación específica," e invitó a los obispos a mostrarles "gratitud, aliento y atención constante", porque "son ellos los llamados a llevar los valores cristianos a los diversos sectores de la sociedad, al mundo del trabajo, de la convivencia civil o de la política" y "en efecto, el orden temporal es una obligación suya".
Benedicto XVI afirmó luego que "con razón os preocupa un creciente deterioro de la institución familiar, con graves repercusiones tanto en el entramado social como en la vida eclesial". Por eso, "es necesario promover el bien de la familia y defender sus derechos ante las instancias pertinentes", así como "desarrollar una atención pastoral que la proteja y ayude de manera directa en sus dificultades".
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