Mons. José H. Gomez, Arzobispo de San Antonio, en el estado norteamericano de Texas, ha señalado que un reciente documento del Vaticano puede ayudar a resucitar la presencia y eficacia de las escuelas católicas en Estados Unidos.
En una columna publicada en el periódico arquidiocesano, el Arzobispo recordó la larga historia de la educación católica en San Antonio, que se remonta a los años 1850 y 1860, con la llegada de congregaciones religiosas como los Hermanos Marianistas, las Hermanas Ursulinas, de la Divina Providencia y del Verbo Encarnado.
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"Pero los tiempos han cambiado –señala Mons. Gomez– y ahora la educación católica está principalmente en las manos de los laicos, quienes comparten la misión educadora de la Iglesia con un pequeño número de consagrados".
"Con esta consciencia, y para que podamos responder a los desafíos que se nos presentan, la Congregación para la Educación Católica del Vaticano ha publicado en septiembre del año pasado, un documento llamado ‘Educar juntos en la escuela católica’", señala el Arzobispo.
Mons. Gomez señala que este documento aborda un tema crucial: "la necesidad de que todos los que trabajan en las escuelas católicas crean que su vocación es la de ser verdaderos maestros de la fe".
Los profesores católicos, ya sean laicos o religiosos, siguen las huellas de Cristo… y también comparten la misión que Cristo dejó a su Iglesia: ‘Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo los que yo les he mandado’ (Mt 28, 19-20)", agrega.
"El nuevo documento del Vaticano –señala– habla de la necesidad de una ‘formación del corazón’. Lo que quiere decir con esto es que los profesores necesitan cultivar una profunda relación con Cristo a través de la oración, de la lectura de las Sagradas Escrituras y de la participación en los Sacramentos".
El Arzobispo de San Antonio agrega que "también es esencial que los profesores estén constantemente creciendo en su fe y en su conocimiento de Jesucristo y sus enseñanzas. No podemos enseñar lo que no conocemos. Por lo tanto, debemos conocer y amar cada vez más a Jesús y a su Iglesia".
"No importa la materia que enseñen, los profesores deben ser testigos de Jesucristo. Pueden ayudar a abrir los ojos de sus alumnos para que vean a Cristo en su vida y en su mundo. Pueden ayudarlos a conocer a Jesús como Señor de la historia, Señor de la creación, y también como la fuente de toda sabiduría y felicidad", señala el Prelado.
"El amor a Jesús debe ser siempre acompañado por un profundo compromiso de fidelidad a la verdad del Evangelio. Nuestro Señor nos ha pedido que enseñemos todo lo que nos mandó, no solo una parte, no solo nuestras propias interpretaciones de su enseñanza. Los profesores, entonces, tienen el deber de saber todo lo que la Iglesia enseña, y también de transmitirlo fielmente a sus alumnos", dice Mons. Gomez.
"Usando las palabras del nuevo documento, recemos para que sean verdaderas ‘escuelas de fe’, donde los corazones sean formados para el evangelio, ‘de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de una nueva humanidad’", concluye.