El Papa Benedicto XVI hizo una pausa en sus catequesis dedicadas la figura de San Agustín de Hipona, para centrarse en la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos y recordó que la oración es fundamental para la unidad de los cristianos, pues ésta será un don de Dios.
"Pidiendo la gracia de la unidad, los cristianos se unen a la oración misma de Cristo y se comprometen a trabajar activamente para que toda la humanidad lo acoja y lo reconozca come el único Pastor y Señor, y pueda así experimentar el gozo de su amor", dijo el Pontífice.
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El Papa recordó luego que este año se celebra el 100º aniversario del inicio de esta iniciativa, lanzada en 1908 "por un anglicano americano, que luego ingresó en la comunión de la Iglesia Católica, fundador de la 'Society of the Atonement' (Comunidad de los hermanos y hermanas de la Penitencia), el Padre Paul Wattson, junto a otro episcopaliano, el Padre Spencer Jones".
El Santo Padre recordó también que fue su predecesor, el Papa Benedicto XV, quien con el Breve Ad perpetuam rei memoriam le dio a la iniciativa carácter universal.
Benedicto XVI señaló que el octavario de oración no podía haber sido mejor escogido porque "el calendario de entonces establecía el 18 de enero la fiesta de la Cátedra de San Pedro (actualmente trasladada al 22 de febrero), que es sólido fundamento y segura garantía de unidad de todo el pueblo de Dios, mientras que el 25 de enero, entonces como hoy, la liturgia celebra la fiesta de la Conversión de San Pablo".
El Pontífice destacó luego la importancia, subrayada por el Concilio Vaticano II, del "ecumenismo espiritual"-"santidad de vida, conversión del corazón, oraciones privadas y públicas-", gracias al cual "la búsqueda común de la unidad ha registrado en estas décadas un gran desarrollo, que se ha diversificado en múltiples iniciativas".
"Lo que ha vivificado y sigue vivificando este camino hacia la plena comunión entre todos los cristianos es ante todo la oración", agregó el Papa, al recordar que el tema de la jornada de este año es "Orad continuamente" (1Ts 5,17).
Luego, al destacar la importancia de la oración en común entre los cristianos, el Santo Padre explicó que en ésta "las comunidades cristianas se ponen juntas ante el Señor y, tomando conciencia de las contradicciones generadas por la división, manifiestan la voluntad de obedecer a su voluntad recurriendo confiados a su ayuda omnipotente".
"Es evidente –prosiguió el Pontífice– que no es con nuestras propias estrategias, con el diálogo y con todo aquello que hacemos –que es tan necesario– como podemos obtener esta unidad. Lo que podemos obtener es nuestra disponibilidad y capacidad para acoger esta unidad cuando el Señor nos la dona".
Por eso, "podemos decir que ha sido la oración por la unidad la que ha animado y acompañado las diversas etapas del movimiento ecuménico, especialmente a partir del Concilio Vaticano II", agregó.
Finalmente, refiriéndose al pedido de "Orar sin cesar", el Papa concluyó: "acojamos también nosotros esta exigente exhortación del Apóstol, ya sea para agradecer al Señor por los progresos logrados en el movimiento ecuménico, ya sea para impetrar la plena unidad. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, obtenga para todos los discípulos de su divino Hijo poder vivir cuanto antes en la paz y la caridad recíproca, de tal manera que podamos dar un testimonio convincente de reconciliación ante el mundo entero, para volver accesible el rostro de Dios en el rostro de Cristo, que es el Dios-con-nosotros, el Dios de la paz y la unidad".