Durante una Misa celebrada en la Capilla Sixtina con ocasión de la Solemnidad del Bautismo del Señor, el Papa Benedicto XVI bautizó a 13 niños, hijos de trabajadores del Vaticano, y señaló que los padres, tras el Bautismo, deben ser los primeros modelos de vida cristiana para los hijos.
“Este es uno de los momentos más expresivos de nuestra fe, en el que podemos casi ver, a través de los signos de la liturgia, el misterio de la vida”, dijo el Pontífice “En primer lugar, vida humana, representada aquí en articular por estos 13 niños que son el fruto de vuestro amor…y está el misterio de la vida divina, que hoy Dios dona a estos pequeños mediante el renacimiento en el agua y el Espíritu Santo”.
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Pero a diferencia de la vida terrena, que pasa, el Papa recordó que “en el Bautismo el pequeño ser humano recibe una vida nueva, la vida de la gracia, que lo hace capaz de entrar en relación personal con el Creador, y esto para siempre, para toda la eternidad”.
“Todos sentimos –agregó el Pontífice-, todos percibimos interiormente que nuestra existencia es un deseo de vida que invoca una plenitud, una salvación. Esta plenitud de vida nos es dada por el Bautismo”.
Benedicto XVI explicó que Dios Padre permitió que su Hijo, siendo completamente puro, compartiera con los pecadores el bautismo en el Jordán, “porque ha enviado a su Hijo unigénito como Cordero que toma sobre sí los pecados del mundo”. “Desde aquel momento, Jesús fue revelado como Aquel que ha venido a bautizar a la humanidad en el Espíritu Santo: ha venido a traer a los hombre la vida en abundancia, la vida eterna”.
“He aquí –agregó- por qué los padres cristianos, como ustedes hoy, traen tan pronto sea posible a su hijos a la fuente bautismal, sabiendo que la vida, que ellos le han comunicado, reclama su plenitud, una salvación que sólo Dios puede dar”.
Dirigiéndose a los padres, el Pontífice señaló que “mientras les ofrecen aquello que es necesario para su crecimiento y su salud, ustedes, ayudados por los padrinos, estáis comprometidos a desarrollar en ellos la fe, la esperanza y la caridad, las virtudes teologales que son propios de la vida nueva a ellos dada en el sacramento del Bautismo”. “Asegúrense de ello con su presencia, con vuestro afecto; asegúrense ante todo y por encima de todo con la oración, presentándolos diariamente a Dios, confiándoselos a Él en cada etapa de su vida”.
“¡Sean para ellos los primeros testigo de la fe auténtica en Dios!” subrayó
los santos protectores de estos trece niños de quienes tomarán los nombres