Este domingo, a pesar de la lluvia y el viento en Roma, miles de peregrinos se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras introductorias recordó que la misión de Cristo es permitirnos el acceso a la vida eterna por la liberación del pecado.
En el día en que la Iglesia festeja el Bautismo del Señor, el Santo Padre hizo notar que “el sentido profundo (del Bautismo de Cristo) emergerá solo al final de la vida terrena, en su muerte y en su resurrección”.
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“Haciéndose bautizar por Juan junto con los pecadores, Jesús comienza a llevar sobre sí el peso de la culpa de toda la humanidad, como el Cordero de Dios que ‘quita’ el pecado del mundo. Obra que Él llevó a su realización en la cruz, cuando recibió también ahí su ‘Bautismo’”, agregó el Pontífice.
Continuando su explicación, el Pontífice dijo que Jesús “muriendo se sumerge en el amor del Padre y difunde el Espíritu Santo, para que los creyentes en Él pudiesen renacer de aquella fuente inacabable de vida nueva y eterna”.
“Toda la misión de Cristo –continúo-, se resume en esto: Bautizarnos en el Espíritu Santo para liberarnos de la esclavitud de la muerte y abrirnos el cielo, el acceso a la vida verdadera y plena”.
Finalmente, el Papa manifestó su deseo y aseguró su oración para que “todos los cristianos puedan comprender cada vez más el don del Bautismo y se comprometan a vivirlo con coherencia, testimoniando el amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.