El Arzobispo de Salta, Mons. Mario Antonio Cargnello, afirmó que "Dios tiene un rostro en Jesús y en todo lo que rodea a Jesús" y que "una realidad que refleja entrañablemente quién es Dios en su corazón más íntimo es la realidad de la familia" pues "Él quiso nacer en una familia, la Sagrada Familia de Nazaret".
Por eso "cuando la Iglesia invita a proclamar el Evangelio de la Familia" y la "defiende como madre celosa el bien de la familia" no lo hace "por un prurito conservador" sino "porque sabe que allí se juega el bien, la dignidad y la libertad del hombre", señaló el Prelado en una reciente homilía.
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"En la familia empieza la novedad", en ella "nacen, maduran, sanan los vínculos que van a determinar mi estar en la vida. La familia tiene por eso, una misión única en el mundo y en la historia", indicó.
Asimismo, el Arzobispo de Salta recordó que el Papa para la Jornada de la Paz, de enero de este año, propuso como lema: "Familia humana, comunidad de paz", invitándonos a "descubrir cómo los vínculos esenciales que hacen a nuestra persona se descubren y se educan en una sana familia".
Tras asegurar que "somos hijos de la generación del 60’, que rompió los vínculos y hoy, grandes, no sabemos establecer vínculos", el Prelado destacó que el Santo Padre considera que "en una vida familiar ‘sana’ se experimentan algunos elementos esenciales de la paz" como "la Justicia y el amor entre hermanos y hermanas", la "función de la autoridad manifestada por los padres".
Además "el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos"; la "ayuda mutua en las necesidades de la vida" pues "la familia es escuela de caridad; y la "disponibilidad para acoger al otro, y si fuera necesario para perdonarlo", ya que "la familia es la escuela del perdón".
"Pidámosle al Señor que cultivemos cada día el amor por la familia, que es el espacio que refleja la presencia de Dios" y si ha "nacido del matrimonio cristiano", tiene "la certeza que Dios está jugado desde la Cruz, por cada uno de sus miembros", finalizó Mons. Cargnello.