En la introducción a la nueva edición italiana del libro escrito por el entonces Cardenal Karol Woktyla pocos años después de concluido el Concilio Vaticano II, el Cardenal Camillo Ruini, Vicario del Papa para la Diócesis de Roma y ex Presidente del Episcopado italiano, sostiene que el verdadero espíritu de este importante evento eclesial no es de ruptura sino de continuidad.
En esta introducción al libro de 1972, ahora reeditado, de quien fuera después Juan Pablo II: "A las fuentes de la renovación. Estudio sobre la actuación del Concilio Vaticano II"; el Cardenal Ruini recuerda primeramente las palabras de Benedicto XVI en su discurso a la curia romana el 22 de diciembre de 2005, primer año de su pontificado: el Papa "ha ofrecido un análisis penetrante de la recepción del Concilio Vaticano II, indicando la vía maestra de la superación de la contraposición de 'dos hermenéuticas contrarias' que se 'encuentran en confrontación y han litigado entre ellas'".
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"Una, afirmaba el Papa, ha causado confusión, la otra, silenciosamente pero siempre más visiblemente ha generado frutos. De una parte existe una interpretación que quisiera llamar 'hermenéutica de la discontinuidad y ruptura', que tal vez puede tener la simpatía de los mass media, y también de una parte de la teología moderna. De otra parte está la 'hermenéutica de la reforma', de la renovación en continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha donado, que es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, permaneciendo siempre él mismo, único sujeto del Pueblo de Dios en camino", explica el Cardenal Ruini.
Seguidamente, el Purpurado italiano comenta que "poco tiempo después de la conclusión del Vaticano II", la interpretación de lo que algunos llaman "el espíritu" del Concilio, "se convierte en objeto de agudo debate, con la afirmación de líneas divergentes incluso dentro del mundo católico".
"Para refutar a algunos, que veían en el concilio una sustancial ruptura con la tradición, se contraponen quienes consideraban la novedad del concilio como la de conducir a una apertura radical en la confrontación de la cultura de nuestro tiempo –prosigue el Cardenal Ruini– que se trataba de una interpretación desenvuelta, en realidad con frecuencia reductiva y elusiva, la cual entonces no es del todo extinta, como muestran posiciones también recientes de historiadores y teólogos".
"El llamado genérico al 'espíritu del concilio' expone el riesgo de interpretaciones subjetivas, que malinterpretan la auténtica naturaleza del evento conciliar y abren espacio a desarrollos difícilmente compatibles con la sustancia del catolicismo", explica el Vicario del Papa para la Diócesis de Roma.
El ex Presidente del Episcopado italiano indica también en esta introducción que "a la hermenéutica de la discontinuidad", se opone la "hermenéutica de la reforma" en la que "la tradición vive en el contexto fecundo y fiel de la continuidad (que no es repetición) y novedad (que no es cambio de sustancia). Un esfuerzo que surge sobre todo de una relación vital y espiritual con la palabra de la fe y de una vivida eclesialidad".
"La obra de Karol Wojtyla que presentamos en esta nueva edición constituye el primer y tal vez hoy el más profundo estudio en la óptica de tal hermenéutica de la reforma", añade el Cardenal Ruini quien luego precisa que "esta no contrapone al Evangelio a la modernidad, ni tampoco lo entibia dentro de una adhesión acrítica se sabor inmanentista".
El Purpurado explica después que "mientras las varias corrientes del pensamiento humano del pasado y el presente han sido y continúan siendo propensas a dividir e incluso a contraponer el geocentrismo y el antropocentrismo, la Iglesia en cambio, siguiendo a Cristo, busca conjugarlos en la historia del hombre de manera orgánica y profunda".
"En 1972, a diez años de la apertura del Concilio Vaticano II, el entonces Cardenal de Cracovia sintió la necesidad de retomar orgánicamente la enseñanza, fermento y piedra fundamental de la renovación de la Iglesia. Él ofrece un verdadero, adecuado y orgánico vademécum del concilio", afirma el Cardenal Ruini.