En el habitual discurso de inicio de año ante los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI pasó revista a la situación del mundo e hizo un llamado a poner énfasis en el respeto a los derechos humanos y la seguridad.

Actualmente la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas plenas con 176 países, a los que hay que añadir las Comunidades Europeas y la Soberana Orden Militar de Malta y dos misiones con carácter especial: la misión de la Federación Rusa y la Oficina de la Organización para la Liberación de Palestina.

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El Santo Padre comenzó su discurso dirigiendo "un pensamiento especial a las naciones que no tienen todavía relaciones diplomáticas con la Santa Sede: también ellas tienen un lugar en el corazón del Papa. Como he querido señalar en el Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz de este año, la Iglesia está profundamente convencida de que la humanidad constituye una familia".

El Pontífice recordó luego que "la calurosa acogida de los brasileños permanece todavía vibrante en mi corazón. En este país, tuve la alegría de encontrar a los representantes de la gran familia de la Iglesia en América Latina y en el Caribe, reunidos en Aparecida para la Quinta Conferencia General del CELAM".

Deseo mencionar a Cuba, que se apresta a celebrar el décimo aniversario de la visita de mi venerado Predecesor. El Papa Juan Pablo II fue recibido con afecto por las autoridades y por la población, animando a todos los cubanos a colaborar para conseguir un futuro mejor. Permítaseme retomar este mensaje de esperanza que no ha perdido nada de su actualidad", señaló el Papa.

"¿Cómo no desear una cooperación creciente entre los pueblos de América Latina, así como el cese de tensiones internas en cada uno de los países que la componen, para que puedan converger en los grandes valores inspirados por el Evangelio?", dijo el Pontífice.

El pensamiento y la oración de Benedicto XVI se dirigió luego "hacia las poblaciones golpeadas por espantosas catástrofes naturales. Me refiero a los huracanes e inundaciones que han devastado ciertas regiones de México y de América Central, así como algunos países de África y de Asia, en particular Bangladesh, y una parte de Oceanía; también habría que mencionar los grandes incendios".

"El Cardenal Secretario de Estado, que, a finales de agosto se acercó hasta el Perú, me ofreció un testimonio directo de la destrucción y la desolación provocada por el terrible terremoto, pero también del ánimo y de la fe de las poblaciones afectadas", agregó.

El Medio Oriente

El Santo Padre subrayó luego la "viva preocupación" de la comunidad internacional por el Medio Oriente; y luego de expresar su alegría por la Conferencia de Annapolis, "una vez más, hago un llamamiento a los Israelíes y a los Palestinos, para que concentren sus esfuerzos en poner en práctica los compromisos asumidos en esta ocasión y no frenen el proceso felizmente iniciado".

"¿Cómo no estar cerca del Líbano, en las pruebas y las violencias que siguen afligiendo este querido país?. Deseo que los libaneses puedan decidir libremente acerca de su futuro y pido al Señor que les ilumine, empezando por los responsables de la vida pública, para que, dejando de lado los intereses particulares, estén dispuestos a comprometerse por el camino del diálogo y de la reconciliación", agregó el Santo Padre; y señaló que "también en Irak la reconciliación es una urgencia"; porque "actualmente, los atentados terroristas, las amenazas y la violencia continúan, en particular contra la comunidad cristiana, y las noticias que nos llegan de ayer confirman nuestra preocupación".

Benedicto XVI alentó luego a "que se continúe sin descanso por la vía de la diplomacia para resolver la cuestión del programa nuclear iraní, negociando con buena fe, adoptando medidas destinadas a aumentar la transparencia y la confianza recíprocas, y teniendo siempre en cuenta las auténticas necesidades de los pueblos y del bien común de la familia humana".

Una mirada a Asia y África

Hablando luego sobre Asia, el Pontífice se refirió a Pakistán para el cual auguró que "todas las fuerzas políticas y sociales se comprometan en la construcción de una sociedad pacífica que respete los derechos de todos". En Afganistán –prosiguió–, "es necesario ofrecer más apoyo a los esfuerzos de desarrollo y trabajar con más intensidad todavía en la construcción de un futuro sereno".

El Papa se refirió luego a los conflictos en Sri Lanka y Myanmar, para quienes pidió esfuerzos  que aseguren "el verdadero respeto de todos los derechos del hombre y de las libertades fundamentales".

Hablando luego sobre África, el Pontífice expresó "mi profundo pesar al comprobar cómo la esperanza parece casi derrotada por el siniestro cortejo de hambre y de muerte que perdura en el Darfour. Deseo de todo corazón que la operación conjunta de las Naciones Unidas y de la Unión Africana, cuya misión acaba de comenzar, lleve ayuda y consuelo a las poblaciones que sufren".

"La violencia y  la pobreza que afligen" la República Democrática del Congo y Somalia; así como la "brusca erupción de violencia" en Kenia fueron mencionados por el Pontífice; quien señaló que en África, "la Iglesia Católica no es indiferente a los gemidos de dolor que se elevan en esta región".

Europa

"Terminando por Europa, me alegro de los progresos alcanzados en los diferentes países de la región de los Balcanes" dijo e Santo Padre, y auguró una solución pacífica y justa entre las partes en conflicto tanto en Kosovo como en Chipre.

"En el mes de septiembre pasado, realicé una visita a Austria, que quiso también subrayar la contribución esencial que la Iglesia católica puede y quiere dar a la unificación de Europa",  que puede convertirse en una "casa Europea", "si ella no reniega de sus raíces cristianas".

Tareas Pendientes

Benedicto XVI recalcó que de este rápido repaso general, "aparece con claridad la fragilidad de la seguridad y la estabilidad en el mundo". Los factores de preocupación son diferentes; sin embargo, "todos testimonian que la libertad humana no es absoluta, sino que se trata de un bien compartido, cuya responsabilidad incumbe a todos. En consecuencia, el orden y el derecho son elementos que la garantizan".

"Es por eso también que no se puede nunca excluir a Dios del horizonte del hombre y de la historia. El nombre de Dios es un nombre de justicia, representa una llamada urgente a la paz", agregó.

El Papa recordó luego que "en todos los continentes, la Iglesia Católica, se compromete para que los derechos del hombre sean no solamente proclamados, sino aplicados. Es de desear que los organismos creados para la defensa y promoción de los derechos del hombre consagren todas sus energías a este cometido, y en particular, que el Consejo de los Derechos del Hombre sepa responder a las expectativas suscitadas tras su creación".

"La Santa Sede, por su parte –insistió–, no dejará de reafirmar estos principios y estos derechos fundados sobre lo que es esencial y permanente en la persona humana. Es un servicio que la Iglesia desea ofrecer a la verdadera dignidad del hombre, creado a imagen de Dios".

"La paz –recordó el Pontífice– no puede ser sólo una simple palabra o una aspiración ilusoria. La paz es un compromiso y un modo de vida que exige que se satisfagan las expectativas legítimas de todos como el acceso a la alimentación, al agua y a la energía, a la medicina y a la tecnología, o bien el control de los cambios climáticos. Solamente así se puede construir el futuro de la humanidad; solamente así se favorece el desarrollo integral para hoy y para mañana".

El Pontífice exhortó luego a la comunidad internacional a "un compromiso global por la seguridad. Un esfuerzo conjunto por parte de los Estados para aplicar todas las obligaciones contraídas, y para impedir el acceso de los terroristas a las armas de destrucción masiva, reforzaría, sin ninguna duda, el régimen de no proliferación nuclear y lo haría más eficaz".

La diplomacia debe dar esperanza