La Arquidiócesis de Valencia conmemoró ayer miércoles 2 de enero sus 50 años de "presencia misionera continua en el desierto de Copiapó" en Chile, luego que la Santa Sede la llamara a "ayudar a la evangelización en los países iberoamericanos".
"La presencia de misioneros valencianos en el desierto chileno se inició en 1958" cuando "Copiapó, localidad situada en el desierto de Atacama, contaba únicamente con un obispo, un sacerdote y un religioso franciscano", indicó el Presidente de la Comisión de Misiones del Arzobispado de Valencia, Miguel Palacios, a la agencia AVAN.
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"La Iglesia en aquella diócesis ha crecido mucho desde entonces y ya tienen numerosos sacerdotes nacidos allí", acotó.
Como parte de las actividades de celebración se presentó el libro "Hemos visto florecer el desierto", del misionero Juan Sanchis Ferrairó, en el que relata los hechos de los últimos 25 años de la comunión de Valencia-Copiapó y que es la segunda parte del libro "Colaboración de dos iglesias: Valencia-Copiapó 1958-1983". El prólogo del texto está escrito por el Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco.
El primer misionero valenciano en Copiapó fue José Canovas Pallarés, quien "fue enviado por el entonces Arzobispo de Valencia, Mons. Marcelino Olaechea, y que tardó dos meses en llegar a su destino, tras cruzar en barco el océano Atlántico y una parte del Pacífico", manifestó Palacios.
Actualmente se encuentran como misioneros en la diócesis chilena el sacerdote Vicente Estrems, quien está al frente de una parroquia en la localidad de Chañaral, las religiosas valencianas de las congregaciones Esclavas de María y Hermanitas de los Ancianos Desamparados; e integrantes del Instituto Secular Obreras de la Cruz.