Al recibir a un grupo de obispos japoneses en visita ad limina, el Papa Benedicto XVI pidió recordar a la gente que “hay más en la vida que el éxito profesional y la ganancia material”.
“El mundo tiene hambre del mensaje de esperanza del Evangelio. Incluso en los países altamente desarrollados como el suyo, muchos están descubriendo que el éxito económico y el avance de la tecnología no son suficientes en sí mismos para satisfacer plenamente corazón humano”, aseguró el Papa.
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En este sentido, explicó que “a través de la práctica de la caridad, en la familia y en la comunidad, pueden llegar a ese encuentro con Dios en Cristo, que despierta el amor y abre los espíritus a los demás. Ésta es la gran esperanza que en Japón los cristianos pueden ofrecer a sus compatriotas, no es ajena a la cultura japonesa, sino que la refuerza y da un nuevo impulso a todo lo que es bueno y noble en el patrimonio de su amada nación”.
“El benemérito respeto que los ciudadanos de su país muestran hacia la Iglesia, por su excelente contribución en la educación, la atención de la salud y muchas otras áreas, le da la oportunidad de entablar un diálogo y hablar gozosamente de Cristo, la luz que ilumina a todo hombre”, agregó.
El Papa también señaló que “los jóvenes están especialmente en peligro de ser engañados por el encanto de la cultura laica moderna. Sin embargo, como todas las grandes y pequeñas esperanzas que, a primera vista, parecen prometer mucho, resulta ser una falsa esperanza, y trágicamente, la desilusión con no poca frecuencia conduce a la depresión y la desesperación, incluso al suicidio”.
“Si la energía y entusiasmo juvenil pueden dirigirse hacia las cosas de Dios, que son las únicos que pueden satisfacer sus aspiraciones más profundas, más jóvenes querrán comprometer sus vidas en Cristo, y algunos reconocerán el llamado a servirle en el sacerdocio o la vida religiosa. Invítenlos a considerar la posibilidad de esta vocación. Nunca tengan miedo de hacerlo. Animen a sus sacerdotes y religiosos también a promover activamente las vocaciones”, pidió el Pontífice.
Asimismo, indicó que “otras naciones también pueden aprender de Japón, de la sabiduría de su antigua cultura, y sobre todo del testimonio de paz que ha caracterizado a su posición en el escenario político mundial de los últimos sesenta años”.
“La próxima beatificación de 188 japoneses mártires ofrece una clara señal de la fuerza y vitalidad del testimonio cristiano en la historia del país. Desde los primeros días, los hombres y las mujeres japoneses han estado dispuestos a derramar su sangre por Cristo", recordó.