El Papa Benedicto XVI realizó esta tarde el tradicional acto de veneración de la Virgen María en la solemnidad de su Inmaculada Concepción, y señaló ante la columna de la Inmaculada y cientos de feligreses reunidos en la Plaza de España que “sin Dios, o contra Él”, ningún hombre podrá transitar el camino del amor.
Se trata, dijo el Santo Padre, de “un gesto de fe y de devoción que nuestra comunidad cristiana repite año tras año, subrayando el propio compromiso de fidelidad hacia aquella que, en todas las circunstancias de la vida cotidiana, nos asegura su ayuda y su maternal protección”.
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Más adelante señaló que “esta manifestación religiosa es al mismo tiempo una ocasión para ofrecer a cuantos viven en Roma o transcurren algunos días en ella como peregrinos o turistas, la oportunidad de sentirse, incluso en la diversidad de culturas, una única familia que se reúne alrededor de una Madre que ha compartido las fatigas cotidianas de toda mujer y madre de familia”.
“Una Madre, sin embargo, del todo singular, elegida por Dios para una misión única y misteriosa, la de generar en la vida terrena el Verbo eterno del Padre, venido al mundo para la salvación de todos los hombres”, añadió.
“Esta nuestra Madre celestial –prosiguió- nos invita a huir del mal y a hacer el bien siguiendo la ley divina inscrita en el corazón humano, de cada cristiano. Ella, que ha conservado la esperanza en el momento de la prueba suprema, nos invita a no perder el ánimo cuando el sufrimiento y la muerte llaman a la puerta de nuestra casa”.
El Papa dijo que “la Virgen Inmaculada nos exhorta a ser hermanos los unos de los otros, todos unidos en el empeño de construir juntos un mundo más justo, más solidario y pacífico”.
“Sin Él, o contra Él, ningún hombre podrá transitar el camino que conduce al amor, no podrá sino rendirse al poder del odio y de la violencia, no podrá construir una paz estable”, advirtió.
En esta vida, que es un camino que a menudo se vuelve oscuro, duro y fatigoso, María, recordó Benedicto XVI, es “la estrella de la esperanza”.