En Asia “las primeras víctimas de las persecuciones son las minorías, entre ellas los cristianos, que a menudo se ven obligados a abandonar sus países de origen y son también blanco de la violencia de los grupos fundamentalistas”. Pese a estos serios obstáculos, constató el Consejo Especial para Asia de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, la Iglesia Católica crece un número, vocaciones y "fidelidad hasta el don de la vida".
Dicho Consejo se reunió el pasado 20 de noviembre bajo la presidencia del Arzobispo Nicola Eterovic, Secretario general del Sínodo de los Obispos, informa un comunicado publicado hoy por la Oficina de Información de la Santa Sede.
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El debate, señala la nota, ha permitido delinear las “condiciones de vida en la sociedad civil, en muchos aspectos favorables a la actividad de la Iglesia”. Sin embargo, “también se han individuado varias preocupaciones”, que se derivan de las guerras, la carrera armamentista, los enfrentamientos étnicos, la violencia, el terrorismo y la represión, las limitaciones de la libertad de conciencia”, entre otros.
“Las primeras víctimas de las persecuciones –señala el texto– son las minorías, entre ellas los cristianos, que a menudo se ven obligados a abandonar sus países de origen y son también blanco de la violencia de los grupos fundamentalistas”.
Igualmente indica que la falta de libertad religiosa se manifiesta en los “límites a la comunicación entre los obispos y entre estos y el Santo Padre, imposibilidad de erigir conferencias episcopales, dificultad para conseguir visados para los que se dedican a la labor pastoral, límites en la construcción de lugares de culto, impedimentos a la presencia en la vida pública".
Los miembros del Consejo señalaron, sin embargo, la existencia de factores positivos como “la acogida fraterna de los cristianos que han escapado para salvar su vida, el aumento del número de católicos en regiones donde hasta ahora escaseaban, la fidelidad hasta el don de la vida, como el caso de los cuatro sacerdotes asesinados en Asia en 2006, un incremento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, de modo que los mismos asiáticos se hacen misioneros en otras Iglesias particulares, tanto en Asia como en otros continentes".
Además, continúa el comunicado, "la Iglesia sigue abierta al diálogo con las grandes religiones de Asia, ofreciendo una notable aportación a la tolerancia y a la concordia civil, reforzando el estado de derecho y el proceso de democratización de la sociedad". Asimismo es notable el influjo de la Iglesia a través de "sus actividades sociales en las escuelas, hospitales y en favor de la promoción humana".