En su carta semanal, el Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, aseguró que "los minutos de silencio que tanto han servido para poner de manifiesto el rechazo al terrorismo no pueden ser noticias para tapar la inoperancia y las veleidades de quienes pactan con el terror", al tiempo que pidió dar un "sí a la vida, sin medias tintas, ni pactos con el diablo de la muerte".

Con el título "El derecho a la vida es inviolable", el Purpurado explicó que "el terrorismo no puede condicionar la vida política de los españoles" y "los políticos no pueden ceder al chantaje del terror porque es una espiral creciente".

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"Cada agujero de impunidad, cada vacío legal, cada condescendencia política con los terroristas, se convierte en un boquete que hunde a familias enteras, a pueblos y a la misma sociedad", indicó.

Asimismo, recordó que "cada asesinato de los terroristas es una gravísima ofensa a Dios y a los hombres" y exhortó a los católicos a "levantarse pacífica pero decididamente contra estas plantas venenosas y contra los que abonan y les suministran oxígeno".

Según el Purpurado, "además de predicar, de propagar la cultura de la vida con sólidos fundamentos, los católicos tenemos la obligación de colaborar con las instituciones que asisten a las víctimas del terrorismo político".

Cultura de la vida

El Arzobispo explicó que la "auténtica cultura de la vida garantiza también el derecho a venir al mundo a quien estando concebido aún no ha nacido" aunque se sufra "una discapacidad mental o física".

Refiriéndose al cierre de clínicas abortistas donde se practicaban abortos hasta los ocho meses de gestación, el Purpurado señaló que estas situaciones "no hacen sino confirmar que el mal, la cultura de la muerte tiene un efecto y una dinámica expansiva".

Lamentó que "España se ha convertido durante años en el abortadero de Europa, en el país de la ‘ley coladero’: se empieza abortando a seres de pocos días o semanas y se acaba abortando a un ser a punto de nacer" y en una "pendiente resbaladiza, comprobada también en la eutanasia".

El derecho a la vida "no puede ser un artículo teórico o programático en la Carta Magna; no puede ser una mentira en la Constitución Española", sino que "todos tenemos la obligación de convertirlo en una realidad", explicó.

Finalmente, recordó que "nadie sobra en este mundo" pues "Dios quiere a cada uno, este es el mensaje de esperanza que nos regala el Papa Benedicto XVI en su última encíclica".