En la Audiencia General de hoy, el Papa Benedicto XVI prosiguió su catequesis sobre los Padres de la Iglesia, presentando esta vez a San Cromacio, Obispo de Aquileya en el siglo IV, e invitó a los fieles a que el Adviento sea un tiempo de oración y encuentro con Aquel que “conoce a cada uno y nos quiere” y “no nos abandona”.
Ante miles de feligreses reunidos en el Aula Pablo VI, el Santo Padre presentó a San Cromacio, un ejemplar Obispo que ayudó a luchar contra "los últimos residuos del arrianismo en Occidente".
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Sobre la jurisdicción eclesiástica confiada a Cromacio, Aquileya, el Pontífice señaló que se “extendía a los territorios actuales de Suiza, Baviera, Austria y Eslovenia, hasta llegar a Hungría".
Sobre San Cromacio, el Papa destacó que "fue un sabio maestro y un preclaro pastor y en su enseñanza parte siempre de la Palabra de Dios y vuelve siempre a ella” y explicó que entre los temas que le gustaban en particular destacan, sobre todo el misterio trinitario, el Espíritu Santo y el misterio de Cristo. “El Verbo encarnado es verdadero Dios y verdadero hombre: asumió totalmente la humanidad, para donarle la propia divinidad", destacaba el Santo Obispo según reseñó el Papa.
"Cromacio supo hablar a sus fieles con un lenguaje fresco, vivaz e incisivo. Como buen pastor, en un período borrascoso como el suyo, marcado por las incursiones de los bárbaros, estuvo cerca de los fieles para consolarlos y abrir su alma a la confianza en Dios, que nunca abandona a sus hijos", destacó.
Al final de su alocución, el Papa se dirigió a los presentes de manera espontánea diciendo que al inicio del período de Adviento, "San Cromacio nos dice que el Adviento es un tiempo de oración, y nos invita a entrar en contacto con Dios. El nos conoce, conoce a cada uno y nos quiere, no nos abandona. Con esta confianza vayamos hacia adelante en este tiempo litúrgico.
“¡Buen Adviento a todos!", deseó el Pontífice antes de saludar en diversas lenguas a los asistentes e impartir la bendición apostólica.