En un gesto de solidaridad y portando un mensaje de esperanza cristiana, el Papa Benedicto XVI visitó esta mañana el hospital de San Juan Bautista, especializado en terapias de neuro-rehabilitación y cuidado de personas con lesiones cerebrales, resaltando que los hospitales pueden convertirse en “lugares privilegiados donde se testimonia el amor cristiano que alimenta la esperanza”.
En este centro de salud de la Soberana Orden Militar de Malta, el Santo Padre presidió la Misa del Primer Domingo de Adviento para más de 350 feligreses, decenas de enfermos, junto a sus familiares, médicos, enfermeros y autoridades.
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En su homilía, el Pontífice señaló que este tiempo litúrgico es un “tiempo de espera”, “tiempo de esperanza”, esperanza cristiana a la que ha dedicado su segunda Encíclica Spe Salvi.
“Tenemos necesidad de esperanza –pequeña y grande– que día a día nos mantiene en el camino”, dijo el Papa, recordando que “sin la gran esperanza que debe superar todo el resto, ésta no basta. Esta gran esperanza solamente puede ser Dios, que abraza el universo y que puede proponernos y darnos aquello que nosotros solos no podemos alcanzar”.
El Papa aseguró su “oración cotidiana” por los “queridos enfermos”, y por sus familiares que “comparten también ansias y esperanzas”, y los exhortó “a encontrar en Jesús apoyo y consuelo exhortándoles a no perder jamás la confianza”.
“En la prueba y en la enfermedad, Dios nos visita misteriosamente y si nos abandonamos a su voluntad podemos experimentar la potencia de su amor. Los hospitales y las casas para ancianos precisamente porque están habitadas por personas probadas por el dolor, se pueden convertir en lugares privilegiados donde se testimonia el amor cristiano que alimenta la esperanza y suscita propósitos de solidaridad fraterna”, dijo.
Tras instar al personal sanitario a la “acogida afectuosa y cualificada de los pacientes, a la tutela de su dignidad y al empeño a mejorar su calidad de vida”, el Papa les pidió que “en cada enfermo, cualquiera que éste sea, sepan reconocer y servir al mismo Cristo; háganles percibir con sus gestos y palabras los signos de su amor misericordioso”.
Al referirse a la próxima Navidad, el Papa dijo que “Jesús no se cansa jamás de visitarnos continuamente en los acontecimientos de cada día”. “Que no os suceda como lo ocurrido en el tiempo de Noé, cuando los hombres comían y vivían despreocupadamente y les cogió el diluvio sin estar preparados”.
Concluida la Eucaristía, Benedicto XVI visitó algunas secciones del centro de salud, deteniéndose especialmente con los pacientes de la Unidad del Despertar, para la rehabilitación de pacientes que salen de un coma.