Con motivo de la 94º Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se celebrará el 13 de enero del 2008, el Papa Benedicto XVI ha escrito un mensaje titulado "Los Jóvenes Emigrantes", en el que tras describir algunas de sus potencialidades y situaciones difíciles, les recordó que pueden "desarrollar una función providencial en el actual contexto de la evangelización".
El texto fue dado a conocer hoy por la Santa Sede en el transcurso de una conferencia de prensa en la Sala Stampa vaticana en la que estuvieron presentes el Cardenal Renato Raffaele Martino, el Arzobispo Agostino Marchetto y Mons. Novatus Rugambwa, respectivamente Presidente, Secretario y Subsecretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
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El Santo Padre constata en el documento que "el amplio proceso de globalización del mundo lleva consigo una necesidad de movilidad" que impulsa a muchos jóvenes a emigrar y que como consecuencia de ello, "la juventud dotada de los mejores recursos intelectuales abandona a menudo los países de origen, mientras en los países que reciben a los emigrantes rigen normas que dificultan su efectiva integración".
El Pontífice describe la "dificultad de la doble pertenencia" que experimentan los jóvenes emigrantes: "por un lado, sienten vivamente la necesidad de no perder la cultura de origen, mientras, por el otro, surge en ellos el comprensible deseo de insertarse orgánicamente en la sociedad que los acoge, sin que esto, no obstante, implique una completa asimilación y la consiguiente pérdida de las tradiciones ancestrales. Entre esa juventud están las jóvenes, más fácilmente víctimas de la explotación, de chantajes morales e incluso de toda clase de abusos".
Asimismo, el Papa denuncia la trágica situación que atraviesan muchos niños y adolescentes como resultado de la emigración forzosa, de ser prófugos y víctimas del tráfico de seres humanos. "Es imposible callar ante las imágenes desgarradoras de los grandes campos de prófugos y de refugiados", señala, explicando que aquellos "han tenido como única experiencia de vida los ‘campos’ de permanencia obligatoria".
Familia y escuela
Para responder a las expectativas de los jóvenes emigrantes, el Papa resalta la importancia de la familia y la escuela, matizando, sin embargo que la complejidad de las situaciones y dificultades que encuentran estos jóvenes en estos ámbitos.
"En las familias –señala el Papa– se han olvidado los papeles tradicionales que existían en los países de origen y se asiste con frecuencia a un choque entre los padres, que han permanecido anclados a la propia cultura, y los hijos, aculturados con gran rapidez en los nuevos contextos sociales".
Para lograr una recta integración de los jóvenes inmigrantes en los países que los acogen, el Pontífice sugiere que el "sistema escolar debería ofrecerles "caminos específicos formativos de integración, apropiados a sus necesidades" y crear en las aulas un "clima de respeto recíproco y diálogo entre todos los alumnos, sobre la base de los principios y valores universales que son comunes a todas la culturas".
Asimismo, el Papa pide a los que han recibido en sus países de origen una formación cristiana que "hagan fructificar ese patrimonio de fe y de valores evangélicos para que se puedan dar un testimonio coherente en los distintos contextos existenciales".
Más adelante, Benedicto XVI se refiere al sector de los estudiantes de otros países, señalando que "son jóvenes que necesitan una pastoral específica porque no solo son estudiantes, como todos, sino también emigrantes temporales".
"Es preciso –continúa– ayudarles a abrirse al dinamismo de la dimensión intercultural, enriqueciéndose al estar en contacto con otros estudiantes de culturas y religiones distintas. Para los jóvenes cristianos, esta experiencia de estudio y de formación puede ser un campo útil para madurar su fe, estimulada a abrirse a ese universalismo que es elemento constitutivo de la Iglesia Católica".
Finalmente, el Pontífice exhorta a los jóvenes emigrantes a prepararse a construir "una sociedad más justa y fraterna, cumpliendo escrupulosamente y con seriedad vuestros deberes con vuestras familias y con el Estado", a respetar las leyes y no os dejarse llevar nunca por el odio y la violencia y a procurar, más bien, "ser protagonistas, desde ahora, de un mundo donde reinen la comprensión y la solidaridad, la justicia y la paz".
"La Iglesia también os necesita y cuenta con vuestra aportación. Podéis desarrollar una función providencial en el actual contexto de la evangelización. Originarios de culturas distintas, pero unidos todos por la pertenencia a la única Iglesia de Cristo, podéis mostrar que el Evangelio está vivo y es apropiado para cada situación; es un mensaje antiguo y siempre nuevo; Palabra de esperanza y de salvación para los hombres de todas las razas y culturas, de todas las edades y de todas las épocas", concluye.
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