El Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, advirtió que “la negación sistemática de Dios y la institución de un régimen con esta negación como elemento constitutivo, son contrarias a la libertad de conciencia y a la libertad de religión”, y señaló que estas han sido prácticas de totalitarismos crueles “como el comunismo, el fascismo o el nazismo”.
En su carta titulada “La búsqueda de la verdad, garantía de la libertad”, el recientemente nominado Cardenal defendió la libertad de conciencia y de religión por ser “las libertades más fundamentales” que permiten al hombre expresar sus propias convicciones.
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En el texto, recordó que Juan Pablo II advirtió que “ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir en la conciencia de ningún hombre”, y que negar la libertad de conciencia y la libertad de buscar la verdad, “o intentar imponer un modo particular de comprenderla, vulneran el derecho más íntimo”.
“Es un dramático error considerar que para afirmar la libertad de conciencia hay que negar la existencia de la verdad. El camino acertado es otro: no enfrentar la libertad con la verdad; y acercarse a la Verdad que hace posible la libertad, al Creador que ha hecho libre a su criatura”, señaló el Cardenal Arzobispo.
En ese sentido, indicó que quien “reconoce la relación entre la verdad última y Dios mismo, reconocerá también a los no creyentes el derecho y el deber de la búsqueda de la verdad”.
“Reconocernos como buscadores de Dios y de la dignidad humana es lo que instaura la tolerancia hacia los demás, y nunca lo consigue la negación de la verdad. El derecho a obrar según la propia conciencia implica el deber de conformarla a la verdad y a la ley inscrita en nuestros corazones por Dios mismo”, escribió el Purpurado.
Obrar de esta manera, indicó, libera a la persona de la tentación de querer imponer a los demás su propia opinión, pues “por mucha estima que se tenga por las propias creencias o por la ideología que se profesa, nadie tiene el derecho de reprimir la libertad de conciencia de quienes tienen otras convicciones religiosas”.
El Cardenal García-Gasco recordó que el Estado tiene el deber de reconocer y promover la libertad religiosa, y que la democracia se daña cuando se miran las convicciones religiosas como males a tolerar.
Finalmente, advirtió que abusan del poder quienes desde el mismo quieren “imponer su propia ideología o su propio credo”.
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