La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) emitió una declaración sobre la ley de salud sexual y reproductiva, que incluye el aborto y que ha sido aprobada hace unos días por el Senado, en la que afirman que “el derecho de un ser humano a nacer está inscrito en la misma naturaleza humana”.
Reunidos en Asamblea Plenaria, los obispos uruguayos emitieron la declaración “Defendiendo la vida humana ganamos todos”, fechada el 12 de noviembre y dada a conocer hoy, en la que indicaron que “nuestra legislación le reconoce el derecho a heredar en el caso de que el padre fallezca durante su gestación. No es ‘algo’ sino ‘alguien’. Por lo tanto no se puede ejercer sobre él un derecho absoluto de propiedad”.
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Tras reconocer que “la dificultad de muchas mujeres que afrontan un embarazo no deseado, pensamos que esta delicada situación debe atenderse con solicitud, pero nunca enfrentándolas como un rígido dilema”, los obispos recordaron que “los conflictos humanos no se solucionan verdaderamente eliminando una parte, en particular cuando esta parte es un sujeto de derecho, completamente inocente e indefensa”.
“Algunos acusan a los cristianos o creyentes de ‘fundamentalistas’ por defender el derecho de los concebidos no nacidos. Cinco siglos antes de Cristo fue el médico Hipócrates, quien se negó a poner sus conocimientos médicos al servicio de la muerte: ‘Tampoco daré ninguna medicina mortal, ni siquiera cuando me la pidan; además no daré consejos al respecto, ni facilitaré a ninguna mujer el aborto’”, prosiguieron.
Seguidamente advirtieron que “legalizar el aborto no cambia lo malo en bueno. Una vez que se concreta las cosas terminan mal para todos. Se pierde una vida humana. La madre queda con heridas que no cierran fácilmente. El médico va contra la esencia de su noble profesión. La sociedad pierde una vida al no abrirle sus brazos. La cultura de la vida queda golpeada”.
Luego de expresar su máximo respeto por la maternidad, tanto espiritual como biológica de las mujeres, los obispos destacaron que “los uruguayos necesitamos multiplicar señales de amparo a la vida humana en medio de la emigración y el invierno demográfico que comprometen el futuro. El bienestar de nuestro pueblo requiere hijos e hijas que alegren los hogares, colmen las aulas y espacios educativos o de esparcimiento”.