"Sabíamos que los misioneros estaban en riesgo dado los permisos expirados de residencia desde hace meses. Es dificilísimo trabajar en Eritrea. Todo está bajo el control del gobierno", explica un responsable de una ONG italiana que trabaja en el país desde 1972 y que pide mantenerse en el anonimato ante la delicada situación del país africano, que acaba de expulsar a 14 misioneros.
El Gobierno, explica el responsable " hace dos días ha enviado comunicados oficiales a nuestra ONG y a las demás que trabajan en el país. También nosotros, en teoría, deberemos consignar todos nuestros proyecto al gobierno".
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"El gobierno de Asmara, liderado por Isaias Afworki, busca desde hace algunos años con una política sistemática alejar a los occidentales que trabajan en el país por razones humanitarias. Desde el año 2005, según la ‘Proclamation’ que mandó fuera del país a muchas organizaciones, las ONGs ya no son quienes realizan los proyectos sino simples donantes autorizadas a monitorearlos, y el realizador es el gobierno", explica.
"Esto se nos ha recordado en una comunicación oficial de hace dos días. De acuerdo a ella deberemos consignar todos nuestros proyectos al gobierno", precisa.
Para este responsable, sin la ayuda humanitaria "la población será abandonada. La situación ya es trágica de por sí: la gente tiene derecho solo a dos panes por día". Asimismo, no puede "salir del país" y por lo tanto "no se da cuenta de que existe otro modo de vida y para alcanzarlo bastaría con cambiar unas pocas cosas".