Al presentar hoy durante la Audiencia General la figura de San Jerónimo, el gran Padre de la Iglesia autor de la traducción al latín de la Biblia conocida como la “Vulgata”, el Papa Benedicto XVI destacó que el cristiano debe amar la Palabra de Dios transmitida por la Sagrada Escritura porque “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo" y señaló el antídoto contra sus interpretaciones individualistas: “leerla siempre en comunión con la Iglesia viva”.
Durante la catequesis de la audiencia celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro en presencia de 40 mil personas, el Santo Padre subrayó que este santo, nacido alrededor del 347, "puso en el centro de su vida la Biblia: la tradujo en lengua latina, la comentó en sus obras y sobre todo se comprometió a vivirla concretamente en su existencia terrena".
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Del autor de la Vulgata –reconocida en el Concilio de Trento texto oficial de la Iglesia latina–, dijo el Pontífice, “debemos aprender a amar la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura porque ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo". Por eso, es importante "vivir en contacto y en diálogo vivo" con ella.
"Este diálogo –explicó– debe tener dos dimensiones. Por una parte, debe ser un diálogo realmente personal porque Dios tiene un mensaje para cada uno de nosotros. Debemos leer las Escrituras no como palabras del pasado sino como Palabra de Dios que habla también conmigo y tratar de entender qué me dice el Señor".
Ahora bien, precisó, "para no caer en el individualismo debemos tener presente que la Palabra de Dios se nos da para construir comunión, para unirnos en esta verdad, en este camino. La Palabra de Dios, aunque sea siempre personal, es siempre una palabra que construye Iglesia. Por eso, debemos leerla siempre en comunión con la Iglesia viva. El lugar privilegiado de la escucha de la Palabra de Dios es la liturgia".
"La palabra de Dios trasciende el tiempo. Las opiniones humanas van y vienen. La Palabra de Dios es palabra de vida eterna. Lleva en sí la eternidad, lo que es válido para siempre", apuntó.
Vulgata y criterios de traducción
Al comentar el gran aporte de San Jerónimo, la Vulgata, el Papa comentó los criterios elegidos por Jerónimo para la traducción, como el de "respetar incluso el orden de las palabras en las Sagradas Escrituras", porque en ellas hasta ese orden, como escribe Jerónimo, "es un misterio", es decir, "una revelación".
Jerónimo reafirma también "la necesidad de recurrir a los textos originales: el griego para el Nuevo Pacto" y el hebreo para el Antiguo Testamento.
San Jerónimo
El Pontífice explicó al inicio de su alocución que San Jerónimo, de familia cristiana, "recibió en Roma una esmerada formación y una vez bautizado se orientó hacia la vida ascética y partió para Oriente, viviendo como eremita en el desierto. Perfeccionó el griego, estudió el hebreo y transcribió códices y obras patrísticas" y "la meditación, la soledad y el contacto con la Palabra de Dios hicieron madurar su sensibilidad cristiana".
De vuelta a Roma, el Papa Dámaso lo tomó como secretario y consejero. Muerto el pontífice, Jerónimo peregrinó a Tierra Santa y Egipto y se asentó en Belén, donde permaneció hasta su muerte (419/420).
En Belén, San Jerónimo "comentó la Palabra de Dios, defendió la fe oponiéndose con vigor a diversas herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó la cultura clásica y cristiana a sus jóvenes alumnos y acogió con solicitud pastoral a los peregrinos que visitaban la Tierra Santa".
tarea preciosa para la Iglesia latina y para la cultura occidental