En una entrevista acordada con el periodista italiano Paolo Luigi Rodari, autor del blog “Palazzo Apostolico”, el obispo excomulgado Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, confirmó que el movimiento cismático que dirige exige el cambio de los textos del Concilio Vaticano II, no solo su “correcta interpretación”, como ha pedido el Papa Benedicto XVI.
En la entrevista, Fellay defendió al otro obispo lefebvrista excomulgado, Richard Williamson, identificado por algunos medios como “el ala intransigente” de la organización cismática; y señaló que “Williamson y yo estamos en la misma línea, aquella que cree que difícilmente podríamos reingresar a la Iglesia tal como está”.
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De esta manera, al hablar de su “reingreso”, Fellay confirmó el estado de cisma de su organización.
Según Fellay, “las razones son muy simples”, porque “Benedicto XVI ha liberalizado el antiguo rito,” pero éste sigue siendo criticado “por la mayoría de los obispos”. “¿Qué deberíamos hacer? ¿Reingresar a la Iglesia para ser insultados por todas esas personas?”.
“Además del antiguo rito –prosigue- el problema para nosotros son las palabras que el Papa Benedicto XVI dedicó al Vaticano II”, porque “la ruptura con el pasado está directamente relacionada, desafortunadamente, a algunos textos del Vaticano II y estos textos, deberían de alguna forma, ser revisados”:
“Ratzinger –insiste Fellay– debería prepararse para una directa revisión de los textos conciliares, y no solo para una denuncia de su incorrecta hermenéutica”.
El obispo excomulgado pone como ejemplo la declaración Dignitatis Humanae dedicada a la libertad religiosa. Según Fellay, en ella la Iglesia estaría poniéndose en situación de sometimiento a las autoridades civiles, cuando “en mi opinión debería ser lo opuesto: es el estado el que debe someterse a la fe católica y reconocer que es la religión del estado”.
Fellay concluye diciendo que mantiene un “intenso intercambio de cartas” con el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, “pero no existe aún un documento de trabajo común”.