Al recibir las cartas credenciales del nuevo Embajador del Ecuador ante la Santa Sede, Fausto Cordovez Chiriboga, el Papa Benedicto XVI recordó su visita a Ecuador como Cardenal, y auguró la próxima canonización de la Beata Narcisa de Jesús.
El Santo Padre comenzó su discurso recordando que “durante mi visita al Ecuador, como representante del Papa Juan Pablo II en el año 1978, tuve la dicha de encontrarme con un pueblo pacífico, sencillo y acogedor, pero sobre todo muy arraigado en la fe cristiana que, como usted ha destacado en sus palabras, ha dado tantos frutos a lo largo de varias generaciones. En este sentido quiero recordar a Santa Marianita de Jesús y de modo especial a la joven seglar, Beata Narcisa de Jesús, tan querida por el pueblo fiel, el cual desea poder verla pronto canonizada”.
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El pontífice destacó que “en sus Santos, los fieles cristianos descubren el fruto maduro de una fe que ha marcado su historia”.
Benedicto XVI se refirió luego a la necesidad de “trabajar por la construcción de un orden interno e internacional que promueva la convivencia pacífica, la cooperación, el respeto de los derechos humanos y el reconocimiento, ante todo, del puesto central de la persona y de su inviolable dignidad”.
Luego de recordar a “los numerosos ecuatorianos que emigran a otros países en condiciones difíciles”, el Santo Padre destacó que la Iglesia católica “realiza una importante aportación al bien común del País. De ahí se ve la necesidad de promover y afianzar el ámbito de libertad que le han reconocido los textos constitucionales y legales del Ecuador”.
Nueva Constitución
El Papa destacó también que “el nuevo ordenamiento constitucional contemple las más amplias garantías para la libertad religiosa de los ecuatorianos, de modo que la Nación pueda contar con un marco legal, conforme también al contexto y a los acuerdos internacionales”; porque “la libertad de acción de la Iglesia, además de ser un derecho inalienable, es condición primordial para llevar a cabo su misión entre el pueblo, incluso en circunstancias difíciles”.
“Es de desear –concluyó-, pues, que los ciudadanos puedan disfrutar de todos los derechos, junto con sus correspondientes obligaciones, obteniendo mejores condiciones de vida y un acceso más fácil a una vivienda digna y al trabajo, a la educación y a la salud, en el pleno respeto de la vida desde su concepción hasta su término natural”.