Al dedicar la Audiencia General de este miércoles a San Eusebio de Vercelli, el Papa Benedicto XVI recordó que la escala de valores del cristiano proviene de Cristo, no de los “emperadores” de hoy.
Ante más de 30 000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre destacó la figura del Santo nacido en Cerdeña (Italia), a comienzos del siglo IV, que se educó en Roma y fue elegido Obispo de Vercelli en el 345.
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San Eusebio se dedicó con gran empeño a la evangelización de las zonas rurales, en gran parte paganas, y fundó una comunidad sacerdotal inspirada en el modelo monástico, de la que brotaron importantes obispos y santos.
Eusebio, recordó el Pontífice, “formado sólidamente en la fe nicena, en la fe del Dios trinitario”, explicó el Papa, defendió “la plena divinidad de Jesucristo” frente a la política filo arriana del emperador Constancio, para quien la fe arriana era "políticamente más útil". Esta actitud le valió el destierro, primero a Palestina y posteriormente a Capadocia y Tebaida.
No obstante, el Obispo mantuvo siempre lazos epistolares con la comunidad de sus fieles, y en sus cartas les pide que “saluden también a aquellos que están fuera de la Iglesia y que se dignan de nutrir por nosotros sentimientos de amor”, dijo el Santo Padre, y agregó que “era evidente que la relación del Obispo con su ciudad no se limitaba a los cristianos, sino que se extendía también a aquellos que de alguna forma reconocían su autoridad espiritual y amaban a este hombre ejemplar”.
Cuando el emperador Juliano el Apóstata sucedió a Constancio, Eusebio pudo regresar a su patria. Educó al clero de su diócesis en la “observancia de las reglas monásticas, si bien viviesen en medio de la ciudad”, porque “el Obispo y el clero debían compartir los problemas de los ciudadanos de forma creíble”, cultivando al mismo tiempo “una ciudadanía diversa: la del cielo”. De esa forma, subrayó Benedicto XVI, construyeron "una solidaridad común".
El Papa Benedicto XVI destacó que “el pastor y los fieles de la Iglesia están en el mundo, pero no son del mundo. Por eso, los pastores deben exhortar a sus fieles a no considerar las ciudades del mundo como su morada estable sino a buscar la definitiva Jerusalén celestial”.
“Esta decisión –agregó– permite a los pastores y a los fieles salvaguardar la escala justa de valores, sin doblegarse jamás a las modas del momento y a las injustas pretensiones del poder político”.
“La auténtica escala de valores no procede del emperador de ayer o de hoy, sino de Jesucristo, el hombre perfecto, igual al Padre en la divinidad y hombre como nosotros. Por eso, Eusebio recomienda siempre a sus fieles ‘custodiar con especial esmero la fe, mantener la concordia y ser asiduos en la oración’”, dijo el Santo Padre.