Al menos 52 enfermeras de la sala de partos del Hospital Universitario de Adultos de Puerto Rico anunciaron que ya no asistirán los abortos que allí se practican, porque aseguran no estar de acuerdo con los "macabros métodos" empleados.
La publicación católica El Visitante entrevistó a una vocera del cuerpo de enfermeras quien señaló que las profesionales decidieron oponerse a las prácticas luego de que el hospital estableciera el "Protocolo para Terminaciones de Embarazo", un documento que detalla la forma en que se practican los abortos.
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El medio de comunicación recordó que el Hospital Universitario es un centro de servicios a pacientes con múltiples traumas o condiciones que no pueden ser atendidas por otras instituciones hospitalarias del país. Funciona con fondos públicos y, aunque el aborto no está prohibido en el estado de derecho vigente, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió que los Estados no están requeridos a "entrar en el negocio del aborto" y que no existe un derecho de ayuda gubernamental para practicárselos.
Sin embargo, la enfermera entrevistada aseguró que la cantidad de abortos que se practican en el área de recuperación de la sala de partos ha aumentado drásticamente desde hace dos años y se calcula que al menos cien niños han muerto en estos procedimientos financiados con los tributos de los puertorriqueños.
"Hace dos o tres años eran muy pocos los casos que se veían. Nos decían que era un aborto inminente, que ya había iniciado su aborto afuera y que la llevaban (al centro médico) porque ya estaba abortando. Luego nos percatamos que no era cierto, que las ingresaban para abortar", denunció.
Métodos de terror
El Protocolo en cuestión delimita las técnicas para abortar hasta los tres meses de gestación y las usadas en embarazos de cuatro meses o más. Además, enumera una lista de "feticidas" -agentes para matar el bebé dentro del vientre materno-, que se emplean después de los cuatro meses y medio de embarazo.
Uno de los procedimientos abortivos más comunes en el hospital es administrar el fármaco Cytotec a las gestantes, para provocar contracciones y expulsar al no nacido.
"Tú sabes lo que es ver al bebé moviendo los piecitos y las manitas y no poder hacer nada", declaró la enfermera lamentando no poder ayudar para salvarlos.
Y es que los concebidos en el segundo trimestre de gestación miden unos 12 centímetros y no pueden sobrevivir fuera del vientre materno porque sus pulmones y otros órganos vitales no están suficientemente maduros. Según las enfermeras, estos bebés ya expulsados se mueven hasta morir asfixiados.
Otra práctica frecuente en el hospital es aplicar un fármaco de nombre Digoxin -que sirve para pacientes con problemas cardiacos- en el corazón del no nacido, para que muera en el vientre de la madre por un paro cardiaco. Luego, la gestante es sometida a una "evacuación mecánica" o "dilatación y evacuación". En esta técnica, el cuerpo del concebido es diseccionado y extraído por partes con una tenaza.
La "Hoja Informativa y Consentimiento para Terminación de Embarazo"del Hospital Universitario, indica que este método debe usarse en embarazos de 18 semanas o más. Sin embargo, la enfermera asegura haber visto abortos con Digoxin en mujeres de hasta 26 semanas de embarazo, o sea, seis meses.
Cuando el personal del área de farmacia del Hospital Universitario supo del uso abortista de Digoxin se negó a despacharlo. Entonces, una de las médicos comenzó a inyectar agua en los pulmones de los concebidos para provocarles una muerte por edema pulmonar dentro del vientre materno y proceder a sacar el cuerpo sin vida.
Entre los agentes feticidas incluidos en el Protocolo del Hospital Universitario figura el cloruro de potasio, uno de los tres ingredientes utilizados en la ejecución de prisioneros sentenciados a pena de muerte por inyección letal.
El cloruro de potasio provoca el paro cardíaco durante la ejecución. Sin embargo, quienes se oponen a la pena de muerte han advertido que su aplicación es tan dolorosa que las normas veterinarias exigen que en los casos de eutanasia, las mascotas estén inconscientes antes de inyectarles una solución de esta sal.
Según la enfermera, estos abortos se justifican bajo el concepto de "salud de la madre", que incluye cuadros de depresión; "malformaciones del feto", que incluye síndrome de Down; o violación sexual.
"A veces nos ponemos a hablar con las mujeres y nos dicen que en realidad no fueron violadas, sino que tuvieron problemas con el papá del niño y no pueden tener al bebé ahora", reveló la enfermera y aseguró que ellas están "aquí para dar vida, no para quitarla".
Las enfermeras se reunieron con la división legal del Departamento de Salud, donde, recibieron apoyo debido a que les asiste el derecho a la objeción de conciencia.
Aunque según la vocera, "la mayoría de los doctores en sala de parto tampoco están de acuerdo con esto", denunció que "existen planes de contratar enfermeras nuevas que asistan los abortos y designar un área aparte dentro de este hospital público para esos fines. De ser así, el salario de este nuevo personal y los costos de habilitar un área separada también podrían quedar sufragados con fondos públicos".