El Papa Benedicto XVI recordó esta mañana, ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el habitual Ángelus dominical, que “el Rosario es un medio regalado por la Virgen para contemplar a Jesús y, meditando su vida, amarlo y seguirlo siempre fielmente”.
El Santo Padre explicó que “este primer domingo de octubre nos da dos motivos para rezar y reflexionar: la memoria de la Beata Virgen María del Rosario, que se recuerda hoy; y el esfuerzo misionero, al que se ha dedicado este mes de modo especial”.
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“La imagen tradicional de la Virgen del Rosario que con un brazo sostiene al Niño Jesús y con el otro coloca la corona a Santo Domingo: esta significativa iconografía muestra que el Rosario es un medio regalado por la Virgen para contemplar a Jesús y, meditando su vida, amarlo y seguirlo siempre fielmente. Es la consigna que la Virgen ha dejado también en sus diversas apariciones”, prosiguió el Pontífice.
“Pienso, en particular, en la de Fátima ocurrida hace 90 años. A los tres pastores Lucía, Jacinta y Francisco, se les presentó como la ‘Virgen del Rosario’ y les recomendó con insistencia recitar el Rosario todos los días, para obtener el fin de la guerra. También nosotros queremos acoger el pedido maternal de la Virgen, esforzándonos por recitar la corona del Rosario por la paz en las familias, las naciones y el mundo entero”.
Benedicto XVI precisó que “sabemos, sin embargo, que la verdadera paz se difunde allí donde los hombres y las instituciones se abren al Evangelio. El mes de octubre nos ayuda a recordar esta verdad fundamental mediante una especial animación que tienen a mantener vivo el espíritu misionero en cada comunidad y a sostener el trabajo de cuantos –sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos– operan en las fronteras de las misiones de la Iglesia”.
Tras recordar que “nos preparamos a celebrar, el próximo 21 de octubre, la Jornada Misionera Mundial, que tendrá como lema ‘Todas la Iglesias para todo el mundo’”, el Santo Padre destacó que “el anuncio del Evangelio ofrece el primer servicio que la Iglesia debe a la humanidad, para ofrecer la salvación de Cristo a los hombres de nuestro tiempo, de tantas maneras humillados y oprimidos, y para orientar con sentido cristiano las transformaciones culturales, sociales y éticas que ocurren en el mundo”.
“Este año hay un ulterior motivo que alienta un renovado empeño misionero: el 30º aniversario de la Encíclica Fidei donum del Siervo de Dios Pío XII, que promueve y alienta la cooperación entre las iglesias para la misión ad gentes. Recuerdo con gusto también que hace 150 años partieron a África, precisamente a la actual Sudán, cinco sacerdotes y un laico del Instituto de Don Mazza de Verona. Entre ellos estaba San Daniel Comboni, futuro Obispo del África Central y patrono de aquellas poblaciones, cuya memoria celebraremos el próximo 10 de octubre”.
“A la intercesión de estos pioneros del Evangelio y de los numerosos otros santos y beatos misioneros, especialmente a la materna protección de la Reina del Santo Rosario, confiamos a todos los misioneros y misioneras. Que María nos ayude a recordar que todo cristiano está llamado a anunciar el Evangelio, con la palabra y la vida”, finalizó el Pontífice.