Al recibir las cartas credenciales del nuevo Embajador de Italia ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI se refirió a la "colaboración recíproca entre el Estado y la Iglesia para la promoción del ser humano y del bien de toda la comunidad nacional", y afirmó que "al perseguir este objetivo, la Iglesia no ambiciona el poder, ni pretende privilegios o aspira a posiciones de ventaja económica y social".
El Santo Padre recordó que el único objetivo de la Iglesia, continuó, "es servir al ser humano, inspirándose, como norma suprema de conducta, en las palabras y en el ejemplo de Jesucristo, que "pasó haciendo el bien y sanando a todos".
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"Por tanto, la Iglesia Católica exige que sea considerada por su específica naturaleza y que pueda desarrollar libremente su misión peculiar por el bien no solo de los propios fieles, sino de todos los italianos", dijo ante el Embajador Antonio Zanardi, en la memoria de San Francisco de Asís, patrono de Italia.
El Santo Padre expresó su deseo de que la colaboración entre todos los componentes de la nación italiana contribuya "no solo a custodiar con atención el patrimonio cultural y espiritual propio que forma parte de su historia, sino que sea sobre todo un estímulo para buscar nuevas vías para afrontar de modo adecuado los grandes desafíos que caracterizan a la época post-moderna".
Mencionó particularmente "la defensa de la vida del ser humano en todas sus fases, la tutela de todos los derechos de la persona y de la familia, la construcción de un mundo solidario, el respeto de la creación, el diálogo intercultural e interreligioso".
También recordó que el próximo año se conmemorará el 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos y señaló que esta fecha "podrá ser una ocasión útil para que Italia ofrezca su propia contribución a la creación, en campo internacional, de un orden justo en cuyo centro se halle siempre el respeto del hombre, de su dignidad y de sus derechos inalienables".
"Italia, en virtud de su reciente elección como miembro del Consejo para los Derechos Humanos y sobre todo por su peculiar tradición de humanidad y generosidad no puede sino sentirse comprometida en una obra incansable de construcción de la paz y de defensa de la dignidad de la persona humana y de todos sus derechos inalienables, incluido el de la libertad religiosa", terminó el Papa.