El Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), Mons. Luis Augusto Castro, emitió hoy un comunicado en el que precisó que “morir dignamente no puede entenderse como el derecho a terminar con la vida de acuerdo a condiciones propicias creadas artificialmente por los servicios médicos o por un equivocado sentimiento de misericordia con el enfermo”, al referirse al proyecto de ley presentado en el Senado para reglamentar la eutanasia.
En el comunicado titulado “No es lo mismo muerte digna que eutanasia”, el también Arzobispo de Tunja recordó que “el verdadero sentido de la muerte digna está en la conclusión natural del proceso vital en condiciones humanas de asistencia médica, familiar y espiritual”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Tras explicar que “el dolor y el sufrimiento no son obstáculos para la vida del ser humano, por el contrario, la experiencia de todos los seres humanos nos dice que esta realidad es parte integrante de la persona considerada en su integridad y totalidad”, Mons Castro recalcó que el dolor “es la gran oportunidad de reconocer la fragilidad humana y el natural desafío a superarla.
“La dignidad de un ser humano no entra en conflicto con la propia naturaleza, de tal manera que, envejecer, padecer y morir no son fenómenos que degraden la dignidad de un ser humano”, destacó.
“Aunque el lenguaje emplee términos, presumiblemente suaves, estamos hablando de eutanasia, que es un homicidio, que no lo atenúa, ni la falsa piedad, ni la solicitud del paciente, en el caso del suicidio asistido”, escribió el Arzobispo y advirtió que “los argumentos planteados por los Senadores que presentan dicho proyecto atentan contra los valores propios de nuestra cultura, que desde siglos, siempre ha experimentado el dolor y la muerte con un sagrado respeto y un sentido trascendente”.
Después de remarcar que con este proyecto de ley se “se aprueba la legalización de la pena de muerte”, el Prelado subrayó que “la Iglesia siempre ha atendido al ser humano en todas sus circunstancias y ha dedicado personas y esfuerzos a asistir espiritual y humanamente a los enfermos, porque considera que todos merecemos una muerte digna, con cuidados que atenúen el dolor y el sufrimiento, pero permitiendo que el ritmo natural de la existencia termine sin decisiones apresuradas y sin prolongar innecesariamente el dolor de los enfermos”.