El Obispo de Córdoba, Mons. Juan José Asenjo, afirmó que "en una época como la nuestra caracterizada por el desvanecimiento de los valores morales" con el testimonio de su vida y "su muerte martirial" los futuros beatos "nos recuerdan que nuestra fe y nuestra fidelidad al Señor exige un compromiso coherente de vida y la observancia de los mandamientos de la Ley de Dios".

"Con esta ceremonia la Iglesia no pretende reabrir viejas heridas, ni saldar las cuentas pendientes de quienes murieron perdonando a sus enemigos" sino cumplir con un deber de justicia y gratitud, honrar a nuestros mártires", manifestar "el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo" y "mostrar a los cristianos de hoy el testimonio de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias", indicó el Prelado.

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En su reciente carta pastoral ante la beatificación de 498 mártires de la persecución religiosa en España, Mons. Asenjo asegura que los próximos beatos "constituyen nuestra tradición más preciosa y son honra y gloria de nuestra Iglesia diocesana". Todos ellos "son para nosotros un auténtico patrimonio de santidad" que "entraña también un verdadero compromiso si queremos estar a la altura de nuestros predecesores en la fe".

"La rectitud moral de nuestros mártires, que prefirieron renunciar a la vida antes que ofender o traicionar a su Señor es una auténtica ‘confesión’ no solo ante Dios, sino también ante los hombres y mujeres de hoy, seducidos por el relativismo moral y el subjetivismo que afirma que no existen normas morales objetivas", aseveró el Obispo de Córdoba.

Tras indicar que hoy se viven "momentos delicados, como consecuencia de la secularización creciente, del agnosticismo y del laicismo en tantos casos militante y de la pérdida de los valores morales", Mons. Asenjo señaló que "el único camino eficaz y definitivo para afrontar tantos y tan graves desafíos es la santidad, a la que nos invitan los nuevos mártires".

El Prelado sostuvo que aunque "ninguno de nosotros tengamos el privilegio de ser hallados dignos de sufrir el martirio cruento" todos "estamos llamados a ofrendar cada día al Señor como ‘sacrificio de alabanza’ el trabajo, las enfermedades, nuestras limitaciones físicas o psicológicas, los sufrimientos que generan la vida familiar y la convivencia, y también nuestras mortificaciones voluntarias, que ciertamente no están pasadas de moda".