El Papa Benedicto XVI expresó hoy su alegría por la noticia del inicio de la causa de beatificación del cardenal vietnamita Francois-Xavier Nguyen Van Thuan, a quien calificó de “singular profeta de la esperanza cristiana”, y quien pasó trece años de su vida y ministerio episcopal en diversas prisiones de su país a causa de su fe.
Así lo expresó el Santo Padre al recibir a los oficiales y colaboradores del Pontificio Consejo Justicia y Paz y a los miembros de la Fundación San Mateo y del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan para la difusión de la doctrina social de la Iglesia con ocasión del quinto aniversario de la partida a la Casa del Padre del Purpurado que estuvo encarcelado entre 1975 –después que Vietnam del Sur fuera derrotado por el Norte y comenzara la represión contra la Iglesia Católica– y 1998, luego de ser nombrado Arzobispo coadjutor de Saigón (Thanh-Pho Ho Chi Minh).
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Del Cardenal Van Thuan, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz (1998-2002) e iniciador de la publicación del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia –publicado en octubre de 2004–, el Papa destacó su "cordialidad y la capacidad que tenía de dialogar y de hacerse prójimo de todos; su fervoroso compromiso en la difusión de la doctrina social de la Iglesia entre los pobres del mundo, el anhelo por la evangelización en su continente, Asia, la capacidad que tenía de coordinar las actividades de caridad y de promoción humana que promovía y sostenía en los lugares más recónditos de la tierra".
El Purpurado, continuó Benedicto XVI, “era un hombre de esperanza, vivía de esperanza y la difundía entre todos los que encontraba. Gracias a esta energía espiritual resistió a todas las dificultades físicas y morales. La esperanza lo sostuvo como obispo aislado durante trece años de su comunidad diocesana; la esperanza le ayudó a percibir en lo absurdo de los eventos que le sucedieron –nunca fue procesado durante su larga detención– un designio providencial de Dios”.
"Al Cardenal Van Thuan le gustaba repetir que el cristiano es el hombre del ahora, del momento presente que hay que acoger y vivir con el amor de Cristo. En esta capacidad de vivir la hora presente se descubre su abandono íntimo en las manos de Dios y la sencillez evangélica que todos hemos admirado en él".
Siendo presidente del dicasterio vaticano, el entonces Papa Juan Pablo II le invitó a dirigir el retiro de la Curia Vaticana al inicio de la Cuaresma del 2000. El tema escogido por el Purpurado para la ocasión fue “Testimonio y Esperanza”.
Hasta el día de su fallecimiento, el Cardenal llevaba la cruz pectoral que él mismo fabricó a escondidas con un trozo de madera de la prisión. El entonces Arzobispo adjunto de Saigón protegía la cruz ocultándola en un trozo de jabón para que sus carceleros no se la quitaran; tras su liberación, cubrió esa cruz con una capa de metal.
Durante sus años en prisión, escribió varias cartas a sus feligreses, las mismas que circularon clandestinamente primero, y luego recogidas en un libro titulado “A lo largo del Sendero de la Esperanza”.
El Purpurado vietnamita falleció en Roma el 16 de septiembre de 2002.