A las doce horas de hoy, miles de peregrinos se dieron cita en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo para rezar el Ángelus Dominical con el Papa Benedicto XVI, quien afirmó que la verdadera religión es aquella en la que la persona entra en sintonía con el corazón rico de misericordia de Dios haciéndose capaz de amar a todos a imitación del Padre.
“Dios es amor misericordioso”, fueron las palabras con las que el Santo Padre dio inicio a su reflexión en base a capítulo 15 del Evangelio según san Lucas.
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El Papa apuntó que “casi pareciera escuchar la voz de Jesús que nos revela el rostro del Padre, suyo y nuestro”, y es que en efecto “Él ha venido al mundo” para “hablarnos del Padre; para hacérnoslo conocer, hijos perdidos, y resucitar en nuestros corazones el gozo de pertenecerle, la esperanza de ser perdonado y restituidos a nuestra plena dignidad, el deseo de habitar por siempre en su casa, que es también nuestra casa”.
“Dios no quiere que se pierda ni siquiera uno solo de sus hijos, y su alma desborda en alegría cuando un pecador se convierte”, agregó el Pontífice.
Asimismo definió la verdadera religión como aquella que “consiste en entrar en sintonía con este Corazón ‘rico de misericordia’, que nos pide amar a todos, imitando al Padre celeste que respeta la libertad de cada uno y nos atrae a sí con la fuerza invencible de su fidelidad”.
Citando también el capítulo seis del mismo Evangelio, el Papa anotó que cuantos quieren ser discípulos de Jesús deben seguir el camino que Él muestra: “No juzguéis... no condenéis... perdonad y seréis perdonados; dad y recibiréis... sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre”.
Hacia el final de su alocución, el Santo Padre recordó al Siervo de Dios Juan Pablo II, quien “dedicó su segunda Encíclica al Padre misericordioso” y quien “a lo largo de todo su pontificado se hizo misionero del amor de Dios y de todas las gentes”, recordando que “la Misericordia de Dios es más fuerte que todo mal, y que solo en la Cruz de Cristo se encuentra la salvación del mundo”.