En una entrevista concedida al diario La Razón, el autor del libro “Ven sé mi luz” y postulador de la causa de canonización de la Madre Teresa de Calcuta, Padre Brian Kolodiejchuk, aseguró que la religiosa “vivió una prueba de fe, no una crisis de fe” y la superó demostrando que el amor “está en la voluntad no en el sentimiento”.
“Ven, sé mi luz” recoge decenas de cartas de la beata sobre distintos aspectos de su vida y algunas revelan que la Madre Teresa atravesó por décadas una experiencia de desierto espiritual.
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El sacerdote lamentó que la revista Time haya tergiversado el sentido del libro “Ven, sé mi luz”. Según el Padre Kolodiejchuk, el título recoge “las palabras que Jesús dirige a la Madre Teresa el año 1947. La revista Time, incluso en la foto de portada (una foto de una Madre Teresa como deprimida), ha manipulado bastante a la opinión mundial. En el libro aparece la prueba de fe, que es muy distinto de crisis de fe, en la que vivió durante 50 años de su vida. Esto no es algo nuevo en los santos. La teología espiritual conoce muy bien este fenómeno de la noche oscura”.
Una prueba modernaEl sacerdote recordó que la Madre Teresa “siempre dijo que la mayor pobreza era no sentirse amado, no sentirse querido, sentirse solo, rechazado... Ella sintió esto en su alma. Por eso su noche oscura podría llamarse ‘noche oscura de amor’. Esto es lo específico suyo”.
Según el experto, “su prueba es muy ‘moderna’. Los santos de otros siglos vivían la noche oscura como duda de su propia salvación, como prueba de fe. La Madre vivió la pobreza interior, el ‘despojo espiritual’. Jesús vivió esa pobreza y la Madre fue instrumento puro en manos de él para que viviendo ella esa oscuridad fuera luz para otros”.
“Ella no sentía. Nos enseña así que no debemos buscar nuestra fe y amor a Dios y a los demás por lo que se siente. Hoy está de moda decir: ya no amo porque no siento. No. El amor está en la voluntad, no en el sentimiento”, explicó.
La noche oscuraEl postulador explicó que la noche oscura “es un momento de la vida espiritual en el que la persona es purificada antes de la unión íntima y transformante con Cristo. El libro enmarca esa prueba en el horizonte de toda la vida de la Madre. En realidad, lo que entendemos por noche oscura fue vivido por la beata cuando todavía estaba en Loreto, la congregación religiosa donde empezó su entrega a Dios. Los años 1946-1947 fueron de íntima unión gozosa y dulce con Jesús. ‘Jesús se me dio’, dice la Madre en una de sus cartas. La unión de la Madre con Jesús fue como ‘violenta’, hondamente sentida y vivida. Luego, al empezar la obra con los pobres y la fundación de la congregación, vino esa nueva y prolongada oscuridad (duró 50 años, el resto de su vida) que ya no era preparatoria de otra etapa espiritual. De esta oscuridad habla ella en cartas a sus confesores y directores espirituales”.
“La Madre vivió su consagración religiosa como unión de amor, como entrega de esposa a Jesús, unión por la que ella comparte todo con el amado, con Jesús, un amor de esposa y un amor redentor: un amor que se identifica especialmente con el dolor de Jesús en el Huerto de Getsemaní y el abandono de su Padre que Cristo experimenta en la cruz”, declaró a La Razón.
“En 1942 la Madre hizo un voto de no negar nunca nada a Jesús. Poco después fue cuando oyó que Jesús le decía: ‘Ven, sé mi luz’. Al principio la Madre llevaba la ‘luz’ a lugares incluso de absoluta oscuridad física: muchos pobres no tenían ni ventanas. Aceptó su oscuridad interior para llevar a la luz a otros. El jesuita Neuner (uno de sus confesores) en 1962 le explicó que esa oscura noche era el ‘lado espiritual de su trabajo apostólico’”, explica.
“En el libro, a través de cartas y escritos recogidos para el proceso, se ve su gran historia de amor con Jesús, su enamoramiento desde los comienzos hasta el final, su ‘martirio de amor’, la delicadeza inmensa de que nada de su intimidad con Jesús fuera dada a conocer: ‘Jesús es el único protagonista’”, sostiene.
Canonización
Al ser consultado sobre su eventual canonización, el sacerdote indicó que ésta “es la proclamación heroica de la santidad, del amor en grado heroico. La Madre Teresa quiso ‘amar a Jesús como nunca antes fue amado’. Todavía no hay un milagro, una curación que los médicos vean con toda claridad que no se puede explicar con la ciencia. Desde su beatificación se han notificado 1.800 favores. Todavía tenemos que esperar”.