La asociación que reúne a los homosexuales, lesbianas y transexuales en Brasil, conocida por su sigla ABGLT, intenta silenciar a sus oponentes, en su mayoría cristianos, con una multitud de demandas, aprovechando el clima pro-homosexual que existe en el país.
Según informó Matthew Cullinan Hoffman al sitio pro-vida LifeSiteNews.com, los activistas homosexuales han demandado a una serie de organizaciones cristianas como Medios sin Máscara, el Centro de Investigaciones de Apologética Cristiana; y Jesussite, que denunciaron al líder homosexual, Luiz Mott, por convertirse en promotor de la pedofilia.
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Los juicios, con los que los homosexuales piden también una indemnización, son por "charlatanería, infamia, difamación y calumnia".
La ABGLT también enjuició a Rozangela Alves Justino, una psicóloga brasileña cuyo supuesto "delito" consiste en ofrecer curar a los homosexuales que así lo deseen, contradiciendo al Consejo Brasilero de Psicólogos que decidió prohibir la terapia que cure la homosexualidad. Por esta razón, la ABGLT exige que se le revoque la licencia de ejercicio de la profesión.
Otro enjuiciado por los homosexuales que no toleran ser cuestionados, es Silas Malafaia, un psicólogo y pastor que aparece en televisión y denuncia los actos homosexuales, el aborto y la investigación con células estaminales fetales.
En opinión del Dr. Olavo de Carvalho, editor de la revista Medios sin Máscaras y escritor de columnas de opinión en varios diarios brasileños, los grupos de presión homosexual "quieren mucho poder porque el movimiento homosexual no es independiente. Es parte de la maquinaria izquierdista. Y la izquierda ahora tiene poder total. Controlan todo. Son más poderosos que el estado brasileño mismo y esto no es suficiente para ellos. Quieren más y más, y el movimiento homosexual es una herramienta en esta estrategia".
Pese a que existe un proyecto de ley que busca prohibir las críticas a la homosexualidad que aún no ha sido aprobado, muchos jueces brasileños dictaminan sus fallos como si ya lo estuviera. Los jueces "están procediendo como si la ley ya existiese... Quieren forzar al parlamento de esa forma para que apruebe la ley. Muchos brasileños creen que la ley ya existe por la misma razón. Es una especie de fraude psicológico", denunció Carvalho.